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EDITORIAL

Los productos chinos son una ‘papa caliente’

miércoles, 19 de junio de 2013
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El problema global de los productos chinos con ‘dumping’, subfacturación y contrabando azota la producción nacional

El problema global de los productos chinos con ‘dumping’, subfacturación y contrabando azota la producción nacional
En todos los países hay quejas de la inundación de productos chinos de bajo costo, que están quebrando a millones de empresas en todo el mundo. Por supuesto, Colombia no es la excepción: textileros, metalmecánicos, agricultores, autopartistas, y hasta los artesanos como quienes manufacturan los sombreros ‘vueltiaos’, ven en la producción china una verdadera plaga del siglo XXI, que está destruyendo no solo fábricas enteras sino el trabajo formal de miles de trabajadores.
El caso más reciente en Colombia fue el cierre de dos importantes plantas (con cerca de un millar de trabajadores) de Michelin en Bogotá y Cali, la otra empresa francesa que tiempo atrás había comprado a la colombiana Icollantas. En la actualidad, de cada 100 neumáticos que se consumen en nuestro país, 40 vienen de China a precios realmente bajos. El caso de la compañía francesa es el más sonoro, pero hay otros cientos que han sucumbido silenciosamente a las manufacturas chinas. Fabricantes de timbres eléctricos, de ganchos de colgar ropa, de perfiles de ventanas, de ganchos para agrupar hojas de papel o bolsas, de zapatos, de camisetas, de cachuchas, de formas plásticas, etc. Podría hacerse una lista enorme de pequeñas industrias nacionales que están sentenciadas por el contrabando chino que entra por Ecuador, Panamá y Venezuela. Aunque no todo es contrabando, los grandes almacenes como Falabella, Éxito, Polar y Jumbo tienen miles de proveedores legales chinos que están masacrando los productores nacionales.
Es una realidad preocupante que tiene pocas soluciones reales en un mundo globalizado y secuestrado por las grandes inversiones. La primera de ellas es ser más competitivos en la producción nacional, no solo con tasa de cambio sino con innovación. La segunda es vital y consiste en generar conciencia entre los consumidores locales de comprar producción que genera empleo en Colombia, que sea responsable socialmente y que no destruya el ambiente. Se sabe que muchas de las fábricas, factorías o plantas chinas carecen de buenos salarios y de normas ambientales, y tienen poco cuidado con la calidad de sus artículos. 
Proveniente de China llega el 16% de las importaciones en Colombia, lo que convierte al gigante asiático en el segundo proveedor del país, después de Estados Unidos. Una realidad inocultable que se vive en casi todos los países del mundo: la ‘chinatización del consumo’. No se trata de poner barreras o echar a andar campañas contra el consumo barato, que a muchos colombianos beneficia, hay que generar consciencia de esta realidad; y las empresas de consumo y el mismo Gobierno, algo se deben inventar frente a esta ‘papa caliente’.

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