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La extensísima serie española, que recientemente anunció su tercera temporada, se ha convertido en un fenómeno de masas.
Abundante en tensión, ingenio, una producción que se destaca, aunque podría haber cuidado más detalles (en definitiva, son las licencias de toda teleserie), y un elenco con actuaciones notables, es producida por la televisión española, creada por Álex Pina y producida por Atresmedia en colaboración con Vancouver Media para su emisión en Antena 3, una de las principales redes de aquel país. Luego, su fenómeno creció a través de la plataforma Netflix, habiéndose convertido en la serie más vista en streaming en habla hispana, hasta el momento.
Como toda serie en la TV, toma muchos elementos de la realidad: el imaginario social, la construcción mediática, los entrecejos de la policía y sus relaciones tirantes con otras áreas de poder, como los de Inteligencia y hasta el gobierno central, los buenos y malos enfrentados, y la forma en que los seres humanos entretejemos nuestras vidas.
La historia, en síntesis: A partir de un atraco a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España, El Profesor lidera desde afuera el plan magistral, habiendo reclutado para tal fin a un grupo de atracadores con frondoso pasado o habilidades específicas, a los que llamarán por sobrenombres de ciudades: Moscú, Tokio, Denver, Berlín, Helsinski, Oslo, Nairobi. El ritmo vertiginoso de cada capítulo permite conocer qué pasa dentro de la fábrica, donde se hicieron de un nutrido grupo de rehenes (entre ellos estudiantes, incluso la hija de un diplomático internacional). Como en la vida real, los asaltantes quieren granjearse la simpatía de la ciudadanía para reivindicar lo que planean que sea el mayor atraco mundial a una fábrica de billetes. Para los que no han visto la serie, sin ahondar en detalles, necesitan saber que tiene una exquisita banda de sonido, incluyendo música de distintos orígenes; un montaje a lo Tarantino, y ciertos dejos de “Lost”.
Así como la ficción toma muchos elementos de la realidad, es posible leer por debajo lo que La casa de papel refleja, también, del mundo del management y las empresas. Aquí, como muestra, se describen 7 verdades que la serie revela, y que, empeñosamente, muchas organizaciones tratan de tapar o disimular:
1. El dinero manda
Las empresas, gobiernos, bancos y todo tipo de organizaciones buscan aún hoy esconder sus fines económicos con diverso tipo de acciones; nobles por cierto. Lo que sucede en ciertos casos es que el intentar disimular ese fin -que en si, no tiene nada de malo- no les permite que sean auténticas. Se observa en ciertas culturas del management un doble discurso, donde las ganancias y la rentabilidad deben mantenerse a tope, y, sin embargo, se diseñan costosas estrategias para lavar imagen pública o culpas corporativas, a través de planes de responsabilidad social, campañas publicitarias y de marketing; sin traslucir el fin último: producir y ganar cada vez más dinero. Oportunidades que muestra “La casa de papel”: buscar el menor daño posible a los implicados; minimizar riesgos aún en entornos de crisis; llamar a las cosas por su nombre, y sin eufemismos.
2. La utopía es posible
En esta teleserie, principalmente el rol llamado “El profesor” expresa permanentemente el anhelo de cumplir un sueño del pasado (no contaré de dónde viene); y para ello, traza un plan muy complejo, de años de planificación y corto tiempo de ejecución. Sin perder de vista este objetivo, lo usa como inspiración ante su equipo, y busca sostenerlo de muchas formas cada día, en medio de la adrenalina de la acción de la pantalla. Oportunidades: Mantener la visión y el propósito siempre presente, y compartirlo con el entorno.
3. Todos tenemos máscaras
“La casa de papel” tiene un rasgo característico propio de la forma de contar la historia, que sucede, también, en las empresas sin importar actividad ni tamaño: las máscaras. Todos muestran sólo una parte de quienes son; otras, se las oculta mediante máscaras que cubren distintos aspectos que no se quiere o no sería conveniente mostrar abiertamente al resto. Las máscaras constituyen trazos gruesos en las redes dentro de las organizaciones, y, cuanta más habilidad tiene el líder para “desenmascararlas”, mejor se podría funcionar. Oportunidades: trabajar en la autenticidad, integridad y coherencia; empezando por la empresa como organización (incluso los accionistas y grupos empresarios), y bajando a todo el resto.
4. La gente se enamora incluso si lo prohíbes
Imagina por un momento un atraco a la fábrica que produce los billetes de un país, si en el equipo estuviese permitido un “todo vale” amoroso en cuanto a relaciones. ¿En qué se convertirían esas horas de tensión extrema? Ni más ni menos que en lo que se convierte en la vida real: en una fiesta apasionada, desenfrenada por momentos, y con lazos que van más allá de las reglas. Oportunidades: Las empresas pueden sugerir, impulsar y acotar cuestiones de ética que vayan de acuerdo a sus lineamientos rectores, pero no se puede prohibir enamorarse incluso de quien menos te lo esperas.
5. En las crisis se revela la verdadera personalidad
Quien tenga alguna experiencia liderando empresas, ya sea como dueño o en la dirección, sabe que la conducta humana es impredecible. Más aún en momentos críticos, de honda preocupación y tensión acumulada por el paso de los días. Las personas leales se pueden dar vuelta; aquellos por los que no apostabas, quizás cooperen de una forma especial para sacar las cosas adelante. Y algunos más pueden asumir un profundo cambio y crecimiento interno en pocos días. Oportunidad: analiza los alcances de cualquier crisis; anticipa escenarios; planifica alternativas; determina un plan A, B, C, D y todos los que sean necesarios. Detecta quien será el mejor líder para asumir el mando en cada momento; busca su reemplazo por cualquier eventualidad. Prepárate para lo peor en cuanto a conductas humanas en algunos miembros del equipo. Y también para lo mejor, sólo en algunas personas verdaderamente consustanciadas.
6. El líder también la embarra
Queda en el pasado la figura del directivo “Superman”, que sabe todo y que se inmola en nombre de su proyecto. Más allá de que hay ejemplos así, la realidad impone que hasta el más ducho en la toma de decisiones se equivoca groseramente, y comete profundos errores. Oportunidad: Aprender del error; saber reconstruirse a partir de lo poco que quede; asumir las dificultades como parte del rol de quien conduce, y enseñar con el ejemplo, pase lo que pase. El líder de verdad tiene como meta inspirar a todos, aunque profundamente sabe que será un incomprendido muchas veces, y que, al final, podrá contar con la lealtad de unos pocos.
7. El plan perfecto no existe
“La casa de papel” muestra en clave televisiva los tejes y manejes de un plan urdido a fuerza de sudor, esfuerzo, dinero y cabeza. Aún así, las cosas pueden salirse del curso previsto. Para eso existen los planes de contingencia y alternativas. Oportunidad: Tomar consciencia de que la perfección no existe en este plano humano: apenas podemos aspirar a la excelencia en lo que hacemos.
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