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Estas son algunas opiniones de expertos sobre algunos de los principales factores que atentan contra el crecimiento empresarial
¿Por qué son tan pocas las mujeres que emprenden? Ese iba a ser el título original de esta nota. No partía de una base anecdótica ni de una reivindicación de género. Solo de la experiencia. Y de los años en los que, al frente de este suplemento, quien escribe lleva conociendo historias de cientos de proyectos innovadores y disruptivos pero que, en su mayoría, son ideados y conducidos por hombres. Sin embargo, al conversar con fuentes del sector, mirar rankings y analizar relevamientos, es posible toparse con un entramado complejo y atravesado por múltiples variantes. Porque, en definitiva, no son pocas las mujeres que emprenden. Pero, sí las que escalan su negocio.
"El crecimiento de un emprendimiento liderado por mujeres generará un círculo virtuoso y un efecto multiplicador sobre su comunidad: creará empleo, generará desarrollo económico y, con su historia, con su 'yo pude', inspirará a otras mujeres a que también se animen", anima María Julia Bearzi, directora Ejecutiva de Endeavor Argentina.
"El crecimiento de un emprendimiento liderado por mujeres generará un círculo virtuoso y un efecto multiplicador sobre
su comunidad: creará empleo, generará desarrollo económico y, con su historia, con su 'yo pude', inspirará a otras mujeres a
que también se animen", anima María Julia Bearzi, directora Ejecutiva de Endeavor Argentina.
Y las datos la avalan: ya en 2015, un estudio de McKinsey indicaba que un mundo en el que las mujeres participaran de la economía de igual manera que los hombres generaría un crecimiento anual del PBI de US$ 2600 billones para América latina en 2025. "Promover la equidad de género en las empresas hace que las economías crezcan más rápidamente, se reduzca la pobreza y las familias tengan mayor bienestar. Según un informe del Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a principios de este año, eliminar las brechas entre las tasas de empleo podría generar
un aumento neto del PBI del 12 % en la Argentina y 9% en Brasil", añade Bearzi.
En el mundo, existe una mayor proporción de hombres que de mujeres que participan en la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA), de acuerdo a su más reciente reporte anual elaborado por el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), publicado en marzo. Incluso, en el informe de género, de 2018-2019, la organización indicaba que "a nivel global, la TEA para las mujeres es del 10,2%, aproximadamente tres cuartos de lo visto para los hombres".
En los últimos años, más mujeres se animaron a emprender, y las escuelas de negocios, así como los centros de emprendedores e incubadoras pueden dar cuenta de ello.
"Notamos mayor participación femenina. Las ganadoras del vertical de Innovación de la Start up Competition 2019 fueron dos científicas del Conicet. Entre nuestros incubados actuales, hay dos startups lideradas por mujeres. En nuestro MBA también hay una alta participación femenina, así como en los proyectos incubados. Acabamos de cerrar la edición 2020 del Bootcamp, y el proyecto ganador fue presentado por tres chicas de quinto año. Es una tendencia cada vez más potente", reconoce Alejandro Mashad, director del Centro de Entrepreneurship de la Universidad de San Andrés (Udesa).
Como Mashad, son varias las fuentes consultadas para esta nota que reconocen un avance en el segmento. No obstante, la mayor participación femenina, en líneas generales, parece estar concentrada en ciertos segmentos. La gran deuda, destaca Cecilia Ribecco, responsable de Diversidad del Consejo Ejecutivo de la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA), está en la relación entre las mujeres y el desarrollo de emprendimientos de base tecnológica, así como en el liderazgo de
equipos.
En línea, señala que, según un estudio de La Asociación Argentina de Capital Privado, Emprendedor y Semilla (Arcap) de 2019, en relación a la composición de los directorios de los gestores de fondos por género, el 82,7% de las startups están compuestas exclusivamente por hombres y apenas el 17,3% posee presencia femenina.
"Se creció mucho. Hoy, según nuestra base de miembros de ASEA, constituida por 33.096 emprendedores, el 49,2% son mujeres. Lo que falta es escala, la nueva etapa del trabajo poscovid en relación a las mujeres emprendedoras tiene que estar centrada en la tecnología y la escala de los negocios. Las mujeres tienen que ir por más y por el liderazgo de los equipos", agrega Ribecco, recientemente designada presidente de Women's Entrepreneurship Day (WED), un movimiento que tiene impacto en 144 países.
La falta de inclusión femenina en ecosistemas tecnológicos no es solo una cuestión local: apenas el 14,1% de los emprendimientos de base tecnológica de todo el mundo fueron creados por mujeres, según el Global Startup Ecosystem Report 2020, Startup Genome.
Consciente de esta falencia, desde hace casi dos años, el IAE Business School busca promover el desarrollo de proyectos de base científico-tecnológica comandados por mujeres. Junto al BID lab, diseñó y desarrolló Wise (Women in Stem Entrepreneurship), un programa que dirige para la Argentina, Colombia, Perú y Ecuador Silvia Torres Carbonell, también directora del Centro de Entrepreneurship de IAE Business School.
"Estamos viendo cantidades de mujeres que, quizá, nunca hubieran pensado en aplicar todos sus conocimientos para hacer lo que llamamos 'la transferencia de tecnología' y hoy están pensando en emprender", comparte Torres Carbonell.
Las razones del porqué
Entonces, ¿por qué, hasta ahora, las mujeres que se desarrollaron en este sector fueron una minoría? Las explicaciones son múltiples, y van desde barreras culturales a cuestiones de autoconfianza, poca motivación para llevar adelante proyectos de alto impacto y hasta falta de financiamiento.
"No creo que en el ámbito del emprendedorismo haya trabas para que la mujer emprenda, si bien, a veces, sobre todo, en el punto de los inversores, puede ser que tengan ciertas dudas de invertir en ellas porque puedan pensar que no van a poder dedicarse con el mismo tiempo y esfuerzo cuando tengan que armar sus familias. Pero es al revés: la mujer emprendedora puede nivelar o equilibrar perfectamente su vida familiar y laboral", agrega Torres Carbonell.
"El acceso al financiamiento es uno de los principales motivos por los que no escalan las empresas dirigidas por mujeres. Si bien hay más sensibilización de la perspectiva de género, aún hay un gran desafío por parte de los inversores de contemplar a las mujeres dentro de sus análisis de inversión", añade Bearzi, desde Endeavor, organización que hace cuatro años desarrolló Her Business, un programa para acelerar proyectos en marcha liderados por mujeres y ayudarlas aprofesionalizar sus negocios.
El punto de vista es compartido por la coach organizacional Alejandra Marcote, fundadora de Aprender del Error, quien lleva varios años capacitando a emprendedores: "Hay más fondos de inversión poniendo mayor foco en la diversidad de los equipos, aunque aún, del porcentaje de emprendimientos que reciben financiamiento, es mínimo el fundado por mujeres".
"Según el BCRA vimos que el mismo porcentaje de empresas de mujeres que de varones recibían créditos, pero, en el caso de las mujeres, los montos aprobados eran 30% menores que el de los varones. A qué se debe no lo sabemos, y sería interesante profundizar para entender qué pasa: ¿Es el tipo de proyecto? ¿O son sesgos de género?", abre el juego Georgina Sticco, cofundadora de la consultora Grow Género y Trabajo.
El contexto de pandemia y la crisis local no ayudan. “La problemática es que, hoy, comenzar a desarrollar un emprendimiento es más complejo que antes, porque no se cuenta con el apoyo de un capital/ fondo semilla y las mujeres no son, en la mayoría de los casos, adeptas a la idea de tomar un crédito para emprender, aún lo ven como demasiado riesgoso y siguen eligiendo utilizar ahorros propios o pedir dinero a familiares y amigos”, comparte Ribecco, y comenta que, desde ASEA, en el eje Diversidad, desde 2017 organizan el programa Mujeres Emprendedoras y también impulsan la iniciativa Segundo
Tiempo, para brindar oportunidades a los emprendedores de más de 40 años.
Aquí aparece, una vez más, el arraigo cultural y los sesgos inconscientes. En este sentido, Marcote amplía: "Desde pequeñas, no estamos amigadas con la idea de tomar riesgos. Somos educadas para ser prolijas, organizadas, con todo bajo control; nos ponemos una gran cantidad de expectativas e incluso tomamos muy en serio las expectativas que nuestro círculo cercano deposita en nosotras. Varios escritos reflejan que el Síndrome del Impostor es sufrido mucho más por mujeres -y grupos minoritarios- que por hombres en general. Con frecuencia las mujeres juzgamos el propio rendimiento peor de lo que en
realidad es".
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