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Lo ideal es que las empresas tuvieran un cargo formal que lidere toda la temática tecnológica de la organización. Esto es un excelente inicio y muestra que la empresa en cuestión, entiende y prioriza la tecnología. En otras palabras, entiende la importancia que tiene la empresa y que sin un buen liderazgo, esta no saldrá adelante.
A pesar de lo anterior, yo con frecuencia me encuentro con una situación que no es la ideal. Aunque hay casos de casos, he detectado una y otra vez, en empresas de todo tamaño, de industria, de varios países, privadas o gubernamentales, en las que se carece de conocimiento en las altas esferas sobre las verdaderas implicaciones de la tecnología. Quiero explicar a que me refiero con esto y más adelante daré un ejemplo del mundo real.
Los líderes del área de sistemas y/o tecnología, están llamados no solo a liderar sus áreas, sino a ser asesores de las directivas de la empresa. Aunque cada vez más directivos manejan temas de tecnología, no es común que tengan un entendimiento de lo que implica contratar una u otra tecnología. Es aquí dónde el líder de tecnología, lo debe aconsejar. Esto funcionaría bien, si no fuera por que la mayoría de universidades y centros de educación superior han capacitado por décadas a los técnicos, ingenieros de sistemas, ingenieros eléctricos y otros, en temas casi 100% técnicos. Este es un error que las universidades están empezando a corregir, pero todavía pasarán varios años hasta que los nuevos técnicos lleguen a altos cargos en empresas, con conocimientos de mercadeo, ventas y otros.
Esta situación ha llevado a que muchas empresas cometan errores a la hora de contratar tecnologías, pues no se entiende a cabalidad las implicaciones de contratar una u otra tecnología. Por ejemplo, no se acaba de comprender lo que implica para una compañía casarse con una tecnología específica o comprar un sistema de un proveedor u otro. Entonces empiezan a tener sistemas que no funcionan como se esperaban, que generar sobrecostos, ineficiencias y muchos otros problemas.
Miremos un caso, que lo considero anecdótico y del cual he escrito muy poco. A principios de año el Banco de Bogotá invitó al lanzamiento de un nuevo servicio que permite a los clientes consultar sus saldos y otras operaciones a través de la red social Twitter. Me enteré de este lanzamiento a través de varios amigos periodistas, ya que a mi no me invitaron a dicho evento.
Estuve investigando un poco sobre este novedoso servicio y la verdad es que tengo que felicitar al Banco de Bogotá por ser pioneros en esto, en Colombia. Lo anecdótico fue que entre los años 2008 y 2009, cuando empezaba el “boom” de las redes sociales, yo trabajaba para dicho banco y yo quise introducir el tema de redes sociales en esta entidad. Al mencionar esto, casi fui crucificado, señalado y más. El área de seguridad de la información del banco, más o menos me respondió “que lo hagan los otros bancos, nosotros no los vamos a copiar” y “abrir redes sociales es abrir un espacio para que le roben los datos a nuestros clientes que es nuestra prioridad número uno”.
Me encanta la transformación mental de 180° que ha tenido el Banco de Bogotá, pues aunque anecdótico, me dan la razón y me catalogo de precursor y visionario (punto para mi ego). Mi reflexión es que si el banco me hubiera escuchado con una mente abierta, hoy estarían mucho más lejos y no habrían perdido varios años valiosos.
En parte este tema tiene que ver con desconocimiento de las directivas y mal asesoramiento en tecnologías. Hoy por lo visto las directivas de esta entidad están mucho mejor asesoradas y esto me alegra.
Lo invito a analizar y reflexionar sobre el conocimiento tecnológico en su organización y si es necesario tener un asesor de mejor nivel, más comprometido no solo en tecnología, sino en conocimientos del negocio.