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Para quienes buscan enfrentarse al reto de tener personas a su cargo, lo primero que deberían tomar en cuenta es que la responsabilidad de que el equipo funcione correctamente recae en manos del superior. Cuando el equipo no funciona adecuadamente, de acuerdo a las expectativas planteadas, el superior debe tomar consciencia de que depende de él, y no de los colaboradores, revertir la situación. Para que aquellos puedan alcanzar los objetivos fijados, el líder tiene la responsabilidad de trazar el camino a seguir.
De acuerdo a un artículo publicado por Forbes, el jefe (o quienes aspiran a serlo) tiene que ejercitar su capacidad para dirigir a sus empleados. Esa habilidad implica dar órdenes sin que los integrantes del equipo se sientan inferiores por el hecho de tener un puesto subordinado.
Es fundamental que la comunicación sea clara para que los colaboradores comprendan con facilidad todas las disposiciones. Una relación horizontal ayudará a fomentar, por supuesto, el debate de ideas que, sin lugar a dudas, favorece a los proyectos de la organización. Paralelamente, la pasión es una actitud de la cual no es posible prescindir. Y es que un buen jefe deberá ponerle especial dedicación y esfuerzo al trabajo, a diferencia del resto. Ello puede significar pasar más horas en casa u oficina ultimando ciertos detalles. Por tanto, es clave disfrutar al máximo la labor.
Un buen superior también destaca porque se mantiene en alerta frente a los inconvenientes que puedan ocurrir . En resumen, todos los sentidos del líder están puestos en el trabajo.
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