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Los viajes corporativos en exceso pueden desencadenar diversos daños a la salud. Entre ellos, trastornos mentales y ergonómicos
El estrés, los riesgos ergonómicos y el aislamiento social también son viajeros frecuentes. Detrás de los trabajos que requieren alta movilidad hay una variedad de padecimientos físicos y mentales que se manifiestan debido a las condiciones laborales de quienes viven entre nubes o carreteras. Cambios de horario y de rutina, desvelos y horas sentado en malas posturas son algunas de las causas.
“Cuando viajas, no importa que vayas en primera clase, puedes ir acostado, pero es pesado cuando lo haces dos o tres veces por semana y llegar directo a una reunión sin haber descansado. Tienes que mantenerte despierto, hablar otro idioma, estar enfocado y rendir. Es sumamente pesado”, expone Javier Díaz, CEO de Medipraxi.
Un estudio publicado en la “Revista de medicina ambiental y ocupacional” identificó que las personas que viajan por negocios 14 o más noches por mes son más propensos a tener afectaciones en su salud mental como estrés, depresión, ansiedad o insomnio.
“Estás expuesto a todo; los riesgos psicosociales son extremos. Viajar constantemente de un lugar a otro crea un desapego, como que no perteneces a ningún lugar, y por otra parte desarrollas una forma de pensar muy rara, porque sólo escuchas y no comentas; te adaptas tan rápido que no debates, sólo te adaptas. Este estilo de vida también genera problemas familiares, esto es muy común entre trabajadores con movilidad alta”, indica Javier Díaz.
¿Cuántos viajes se pueden hacer sin que esto implique un riesgo? ¿Qué medidas deben adoptar las empresas? Éstas son algunas preguntas que, al menos en México, no hallan respuesta en ninguna norma vigente, apunta Jorge Gutiérrez Siles, consultor senior de Kaysa Salud y Bienestar.
“Los riesgos más comunes son el estrés por el cambio constante, el desfase horario, los climas, y el desgaste emocional por el cansancio, falta de sueño, alimentación inadecuada y falta de tiempo libre. El aislamiento social también es otro riesgo, porque se carece de apoyo social e incluso hay un distanciamiento de la familia. Esto es importante si consideramos que la socialización mínima requerida para una estabilidad emocional es de seis horas al día”, señala el especialista.
Una investigación realizada entre empleados y consultores del Banco Mundial en la que se comparó las reclamaciones de seguros médicos presentadas en un año, detectó que las tasas de reclamo fueron 80% más altas en los hombres y 18% más elevadas en las mujeres que viajaban constantemente en comparación con sus compañeros que no tenían misiones de trabajo.
Además de esto, la investigación evidenció que los trabajadores con viajes de negocio tenían una tendencia a solicitar más incapacidades por dolencias leves y enfermedades como asma o trastornos en la espalda.
“Los factores ergonómicos también juegan un papel importante, porque normalmente viajas en un transporte y puedes tener posturas incómodas en los desplazamientos. Muchos asientos en los aviones, trenes y camiones no son ergonómicos, esto puede ocasionar dolores musculares, fatiga, problemas de circulación. Pero el problema no sólo son los asientos, también el peso de las maletas o forzar la vista para trabajar en una computadora mientras se viaja en el avión o en el autobús”, comenta Jorge Gutiérrez.
Los dolores de espalda por malas posiciones y el peso de las maletas que puede superar los 20 de kilos son riesgos ergonómicos asociados con el trabajo cuando se tienen viajes de negocio, pero que no se consideran como riesgos laborales, porque ocurren fuera de un centro de trabajo, puntualiza Javier Díaz.
En 2015, la Universidad de Lund y la Universidad Linnaeus, ambas de Suecia, presentaron una investigación sobre los viajes frecuentes. El estudio destaca que "volar 85.000 millas al año va más allá del límite reglamentario para la exposición pública a las instalaciones de radiación (el equivalente a volar de Nueva York a Tokio de ida y vuelta siete veces al año) y la radiación a la exposición entre las tripulaciones aéreas comerciales supera incluso a la de los trabajadores de la energía nuclear".
La investigación clasifica las consecuencias de los viajes recurrentes en tres categorías:
Sin embargo, opina Jorge Gutiérrez, dentro de toda la fuerza laboral que tiene viajes constantes hay una población que puede ser más afectada y es la de las personas que laboran en la industria del transporte de pasajeros en aviones, camiones o trenes.
De acuerdo con la firma española IMQ, los pilares para que los viajes de trabajo tengan un menor impacto en la salud de las personas trabajadoras son la buena alimentación, el descanso y la desconexión.
“Las horas de sueño y una alimentación sana y equilibrada son básicos para las largas jornadas. Hidratarse bien, evitar comidas procesadas y no abusar de azúcares, alcohol o bebidas excitantes ya es un buen comienzo. Junto a esto, es importante sacar tiempo para evadirse de todo, ya sea haciendo deporte, con un paseo reparador al acabar la jornada o simplemente dedicando un tiempo de relax a una lectura entretenida”, indica Rosario Cal Montes, especialista en medicina general de IMQ.
Desde la perspectiva de Jorge Gutiérrez, la clave son las horas de trabajo y los descansos. “El sueño que pierdes nunca se recupera. Científicamente está comprobado que no recuperas nada, puedes alterar tu sueño y dormir más, y no recuperas orgánicamente lo que perdiste. Así que se debe contar con buenas políticas para este sector, tanto para trabajadores de la industria de transporte como para las personas que viajan frecuentemente”.
Entre otros consejos, Javier Díaz considera que una medida que ayudaría a reducir los riesgos para la salud mental es contar con un filtro para determinar si la persona cuenta con la personalidad adecuada para los viajes corporativos. “Si una persona introvertida viaja de manera frecuente, el nivel de estrés al que estará sometido será muy alto. Lo hará porque tiene que comer, pero no porque sea algo que disfrute”.
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