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Es una era de inusitado cambio tecnológico. Los modelos comerciales están siendo transformados, las vidas se están poniendo de puntas - al menos eso es lo que parece pensar el periodismo empresarial actual y la literatura de administración.
Pero hay otra opinión, que le escuché al autor Neal Stephenson en una conferencia reciente del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés).
En cien años, dijo, podríamos analizar el periodo de finales del siglo XX y principios del XXI y decir: ´Era una sociedad activamente creativa. Después llegó el internet y todo quedó en espera durante una generación´.
Stephenson claramente intentaba ser provocador. Pero no está solo al pensar que no estamos viviendo una era de innovación masiva. El libro electrónico convertido en libro impreso del economista Tyler Cowen, ´The Great Stagnation´, hace afirmaciones similares: en comparación con los impactantes cambios en la vida cotidiana de la primera mitad del siglo XX forjados por la electricidad, los autos y la comunicación electrónica, la era digital ha traído alteraciones relativamente menores en cómo vivimos. Sólo las comunicaciones han sido verdaderamente transformadas.
Con excepción de finales de la década de 1990, los 15 años que pasaron desde que internet se popularizó han estado marcados aquí, en Estados Unidos, por un crecimiento económico fundamentalmente decepcionante.
La respuesta más común para tal queja ha sido ´hay que esperar´. Muchos tecno-optimistas basan su forma de pensar en un famoso documento de investigación del historiador económico Paul David, ´The Dynamo and the Computer´, que describió cómo, durante décadas, la electricidad tuvo poco impacto en la productividad industrial conforme los fabricantes simplemente cambiaron fuentes de energía más viejas por ésta.
El auge en la productividad se presentó hasta que se construyeron nuevas fábricas que sacaron ventaja de los motores eléctricos. Sólo hay que dar un poco más de tiempo a la era digital, dice este argumento, y veremos enormes cambios en cómo trabajamos y vivimos.
Erik Brynjolfsson, del MIT, ha estado acopiando evidencia durante años en el sentido de que esta revolución de productividad de hecho ya está sucediendo. Pero las innovaciones que Brynjolfsson ha estado analizando son principalmente organizacionales.
En cierto punto tenemos que ir más allá de lo organizacional y lo digital para pasar a lo que es real.
Hay señales fascinantes de que podríamos estarnos acercando a ese punto: las impresoras 3-D, por ejemplo, se están popularizando, y mucha gente dice que la biotecnología es la próxima gran frontera de la humanidad.
Otra vez, esta tecnología 3-D sigue estando casi en etapa de prototipo, y la revolución biotecnológica de hecho todavía no se ha presentado.
Así que seguimos esperando - y revisando nuestros iPhones a diario.
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