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Manuel Fidalgo, executive manager de Page Personnel, cree que para considerar un trabajo como perfecto debe tener contenidos y responsabilidades alineados con la forma de ser del profesional en cuestión, con su concepción de la vida y de su capacidad. «Debe ser algo que nos guste, ya que pasaremos, de media, un tercio de nuestro tiempo en él. Tiene que ser un lugar en el que sintamos que nuestra contribución es valiosa para la organización y para nosotros mismos». Este último detalle es muy importante, y cada vez son más las empresas que se empeñan en motivar a sus empleados porque han descubierto que fomenta la productividad de sus plantillas. Así lo cree Noelia de Lucas, directora comercial de Hays España, quien, además, cree que otro factor importante para decidir si un puesto es ideal es la actitud con la que un trabajador se enfrenta cada día a sus tareas: “Bien es cierto que hay empresas que cuentan con una filosofía pro-empleado que favorece un ambiente muy agradable para el trabajo, pero también lo es que los profesionales que disfrutan con lo que hacen consideran ese puesto perfecto”.
En las firmas donde se motiva a la plantilla se logra un mayor nivel de productividad
Montse Ventosa, presidenta de Truthmark, defiende la existencia del trabajo ideal, “pero hay que descubrirlo. Es decir, requiere de una labor de autoconocimiento en relación al talento de cada uno”. Y, por parte de la organización, “debe cumplir cinco características clave que se resumen en la base: compensación, salario, vacaciones; el día a día: tareas y responsabilidades claras;el clima: la compañía tiene que fomentar un entorno con buen clima laboral;la cultura: que sea inclusiva, auténtica y donde haya posibilidades de crecer profesionalmente; y el jefe: porque el dicho de que la gente se va del directivo y no de la empresa se cumple siempre que éste no cuente con una verdadera actitud de líder”.
Lamentablemente, hoy día, con una crisis en el mercado laboral que mantiene en búsqueda y captura de un puesto a más de cuatro millones de personas, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Empleo de España para el mes de julio, obliga a muchas personas a conformarse con el puesto que tienen por “miedo e incertidumbre”, comenta Noelia de Lucas. La directora comercial de Hays dice que “hay profesionales que no se atreven a cambiar de trabajo, a pesar de que ya no les motive lo que hacen, por temor a las deudas contraídas en función de su nivel de vida; porque no tienen los objetivos claros; porque no han repasado sus competencias; o porque se ven mayores para encontrar un hueco a su medida”. En estos casos, no son pocos los que, al darse cuenta de que ese trabajo ya no les hace feliz recurren a otros sustitutos, tales como el sueldo o los beneficios sociales, para encontrar una razón a su vida profesional. “Sin darse cuenta, ese empleo se convierte en una cárcel de oro de la que la persona no puede salir porque ha acomodado su vida a esas condiciones y sacrifica su felicidad en pro de algo material», sentencia Ventosa.
¿Es posible odiar el empleo ideal?
Aunque le parezca ciencia-ficción, un trabajo que considere hecho a su medida también puede llegar a cansarlo. Para evitarlo, no idealice las expectativas. Piense que cualquier empleo tiene una cara agradable y una cruz aburrida. La rutina siempre termina provocando hastío, a pesar de la vocación. Para driblar esa apatía típica provocada por la repetición de tareas, introduzca en su día a día elementos nuevos y pequeñas obligaciones que le supongan retos.
Las buenas empresas son esas en las que siente que su contribución es valorada
Corre el peligro de diseñar su empleo ideal haciéndose una composición de lugar muy diferente a la realidad. No es lo mismo construir una imagen aséptica que vivir en esa imagen; y eso ocurre en el trabajo. La vivencia real suele ser distinta a la idea que nos hacemos. Eso lleva a que pueda cambiar algo que considera importante, y así, un puesto que parecía perfecto deja de serlo. Además, la realidad depende de los ojos que la miran y una misma situación o, en este caso, un mismo empleo, puede percibirse de diferentes formas. No solo eso. Su perspectiva de las cosas cambia con el tiempo y lo que hoy le parece una maravilla puede virar hacia algo insoportable en unos años. Varían, en el fondo, sus expectativas y su experiencia. Esto también explica que pueda llegar a odiar un trabajo que hoy le parece ‘la panacea’.
Si llega el momento en el que se ve a si mismo buscando en el sueldo, el horario o los beneficios sociales el sustituto perfecto para ese empleo que ya no le supone un desafío, reflexione. Puede que ese empleo ya no lo haga feliz. La felicidad en el trabajo no está en la actividad que se realiza. Debe hacer lo que sabe y aquello con lo que disfruta. Si consigue eso habrá logrado tener, al menos para usted, el mejor empleo del mundo.