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Revolucionó la industria financiera, compite a los gobiernos en la misión espacial y obligó a las automotoras a acelear sus inversiones
Bullying en la infancia, trastorno del espectro autista, obsesión con Marte y empresas creadas desde cero son parte de la vida de Elon Musk. Revolucionó la industria financiera, les compite a los gobiernos en la misión espacial y obligó a las automotoras a acelear sus inversiones en electromovilidad. Según exempleados es trabajólico, obsesivo y tiene un carácter fuerte y avasallador. Esta es la historia del nuevo dueño de Twitter.
Twitter: una relación de amor y odio
Tiene cerca de 89 millones de seguidores, se unió en 2009 y ha escrito 17.500 tuits. Suele subir memes, innovaciones de sus empresas o provocaciones a la competencia. Ha sido crítico de cómo –según él– no se garantiza la libertad de expresión y hay miles de bots dando vuelta, e incluso prometió eliminarlos y abrir el algoritmo de la empresa.
Esta relación ha tenido altos y bajos: fue sancionado en 2018 por la SEC por publicar que haría privada Tesla comprando las acciones a US$420 (haciendo alusión al 4/20 y la marihuana). Se le prohibió tuitear sobre esto, multaron a la empresa con US$40 millones y dejó de ser CEO. Sin embargo, las verdaderas intenciones del empresario con esta red social empezaron a salir a la luz el 14 de marzo, cuando compró participación de la compañía, sin hacerlo público.
El 24 del mismo mes preguntó a sus seguidores si Twitter debería ser de código abierto, y un 83% respondió que sí. Al día siguiente preguntó, “la libertad de expresión es esencial para que una democracia funcione. ¿Creen que Twitter cumple rigurosamente este principio?”, y agregó, “las consecuencias de esta encuesta serán importantes. Por favor, vota con cuidado”. Participaron más de dos millones de personas y ganó la opción “no” con un 70% de los votos.
Esto no terminaría ahí; el 4 de abril anunció que tenía un 9,2% de la compañía, valorizado en US$9.200 millones. Al día siguiente, el CEO Parag Agrawal señaló que Musk entraría al directorio. El 9 del mismo mes volvió con las preguntas, y dijo, “¿está muriendo Twitter?”, acompañado con los 10 usuarios con más seguidores. “Por ejemplo, Taylor Swift (90 millones de seguidores) no ha posteado nada en tres meses, y Justin Bieber (114 millones), solo posteó una vez el 2022”. Dos días después anunció que no entraría al directorio, tenía planes más ambiciosos.
El fundador de Twitter, Jack Dorsey –que hace unos meses dejó la empresa–, el 25 de abril escribió: “Me encanta Twitter, es lo más parecido a una conciencia global que tenemos. La idea y el servicio es lo único que me importa, y haré lo que sea necesario para protegerlos. Como empresa siempre ha sido mi único problema y mi mayor pesar. Ha sido propiedad de Wall Street y del modelo publicitario. Recuperarla de Wall Street es el primer paso correcto.
En principio, no creo que nadie deba poseer o dirigirla. Quiere ser un bien público a nivel de protocolo, no una empresa. Sin embargo, para resolver el problema de que sea una empresa, Elon es la única solución en la que confío”.
Bullying en el colegio y en la casa
Tras la separación de sus progenitores, se quedó con su padre Errol para que este no se sintiera solo. Lo define como alguien con un coeficiente intelectual extremadamente alto y supuestamente la persona más joven de la historia de Sudáfrica en obtener un título profesional de ingeniero. Le atribuye su talento en esta área a su padre. Sin embargo, hoy no tienen relación, “era un ser humano tan terrible”. “Mi padre tendrá un plan de maldad cuidadosamente pensado, planeará el mal”, y constantemente abusaba psicológicamente de él, afirmó a una revista norteamericana.
En el programa Saturday Night Live confesó que padece de síndrome de Asperger y que su cerebro funciona de una manera distinta, se jactó de ser el primer anfitrión del programa con esta condición, “o al menos el primero en admitirlo”, y luego dijo “a cualquiera que haya ofendido, simplemente quiero decirle: reinventé los autos eléctricos y estoy enviando gente a Marte en un cohete, ¿creyeron que también iba a ser un tipo relajado y normal?”. Debido a esto sufrió de bullying en el colegio hasta los 15 años.
El libro de Ashlee Vance, Elon Musk, el hombre que anticipa el futuro, relata un episodio en que le pegaron en grupo y lo dejaron una semana en la clínica, o cuando “lograron que mi mejor amigo me animara a salir de mi escondite para que me pudieran dar una paliza, las pandillas me buscaban en la escuela para molerme a palos, y cuando volvía a casa, era igual de horrible. El espanto no acababa nunca”, relata Musk.
Un día decidió dejar de lado los libros y empezó a aprender a pelear de vuelta. Esa historia de abuso se terminó cuando noqueó con un golpe en la cara al líder del bullying en el colegio. A los 17 años se fue a vivir con su madre a Canadá.
En su biografía se menciona que Errol le depositó US$20.000 a cada uno de sus hijos para la creación de Zip2, la primera empresa de los hermanos, sin embargo, Musk ha negado esto y afirma que todo se sustentó a base de inversionistas y créditos.
Su familia
“#ProudMom (madre orgullosa), tengo hijos tan talentosos”, escribió en Twitter Maye Musk (su madre) haciendo alusión a un video que subió Kimbal (49) bailando con su hermano Elon.
Al mismo tiempo se negociaba la compra de Twitter. Un día después puso emoticones de corazones y fiesta al anuncio de su hijo sobre la adquisición de la red social. El mismo #ProudMom lo ha usado para celebrar cada uno de sus éxitos.
Hasta los ocho años Elon vivió con sus padres, Errol y Maye Musk. El primero es un ingeniero que hizo su fortuna en las minas de esmeralda en Sudáfrica y la madre es una modelo y nutricionista.
Rara vez los veía en su infancia, en una entrevista del 2017 a la revista Rolling Stone cuenta que “tenía un ama de llaves que estaba allí para asegurarse de que no rompiera nada. Ella no estaba, como, vigilándome. Yo estaba fuera fabricando explosivos, leyendo libros, construyendo cohetes y haciendo cosas que podrían haberme matado. Me sorprende que tenga todos mis dedos, me criaron los libros. Los libros, y luego mis padres”.
Con su hermano Kimbal (49) fundaron en 1995 Zip2, un directorio de búsqueda de negocios anclado a mapas, similar a las páginas amarillas. Al principio no le fue bien, pero tras darle una vuelta al negocio y crear un software que podrían adquirir los periódicos para elaborar sus propios directorios de propiedades y anuncios clasificados, vendieron la empresa en 1999 por US$307 millones. Elon recibió US$22 millones –se compró un Maclaren de carrera de US$1 millón y lo chocó al año– y Kimbal US$15 millones.
El hermano menor es chef, restaurador, filántropo y empresario alimentario, es cofundador y director general de The Kitchen Restaurant Group, Big Green, una organización sin fines de lucro que busca que los niños crezcan en comunidades saludables, y presidente ejecutivo de Square Roots, empresa que ha desarrollado e instala granjas hidropónicas en contenedores de transporte recuperados.
Actualmente producen menta, albahaca y verduras de hoja verde. Además, forma parte del consejo y es inversionista de Tesla y SpaceX.
Su hermana Tosca (47) es productora de cine y según IMDB ha producido 54 películas. El 2017 fundó una plataforma de streaming llamada Passionflix, que busca llevar a la pantalla las novelas románticas más vendidas. Ese mismo año levantó US$4,7 millones para desarrollar la empresa. Uno de sus inversionistas es su hermano Kimbal y otro es Bill Lee, amigo de Musk e inversionista de Tesla, Opensea, Neuralink, Coinbase y The Boring Company.
El emprendedor del siglo y su obsesión con Marte
Muchas polémicas empañan la brillante carrera de tal vez el emprendedor más exitoso del siglo, el hombre más rico del mundo, Elon Musk (50). A veces los titulares prefieren hacer eco de sus extravagancias, su estilo soberbio e incluso abusivo con sus empleadores –como bien relata la biografía de Ashlee Vance–. Exempleados lo califican como mal líder y en sus primeras compañías fue constantemente removido de CEO.
El empresario nacido en 1971 en Pretoria, Sudáfrica, a los 12 años programó un juego que se desarrollaba en el espacio y lo vendió a US$500, revolucionó la industria financiera y creó una de las primeras fintechs: X.com, que posteriormente se fusionaría con Confinity –de Peter Thiel– y pasaría a ser PayPal.
Es uno de los mayores contribuyentes a la descarbonización del planeta con Tesla, la empresa de autos eléctricos que revolucionó al mercado automotor y obligó a la industria a migrar hacia la electromovilidad. Esta, a pesar de haber perdido 17% de valorización –el empresario utilizará sus acciones para comprar Twitter–, tiene una capitalización de US$870.000 millones.
No contento con estar presente en la industria financiera y automotriz, desde chico Musk tenía una obsesión con Marte, y en entrevistas incluso ha afirmado que hay que prepararse para una eventual catástrofe en la Tierra, y para eso hay que hacer habitable el planeta rojo. Por esto, y porque encontraba que los países no eran eficientes en su misión espacial, fundó –con parte del dinero obtenido por PayPal– SpaceX.
A pesar de las dificultades iniciales, hoy es un éxito, y solamente cuatro instituciones han lanzado cohetes a órbita: el gobierno estadounidense, Rusia, China y la firma de Musk, que incluso logra que vuelvan a la Tierra y sean reusados. Cada una de estas firmas las empezó de cero. Además, en 2016 les compró a sus primos Lyndon y Peter Ryve Solar City, que luego se transformaría en Tesla Energy.
Es fundador de OpenAI, una empresa de investigación que promueve la inteligencia artificial amigable; Neuralink, compañía de neurotecnología centrada en el desarrollo de interfaces cerebro-ordenador, y The Boring Company, que construye túneles subterráneos y busca construir un Hyperloop, un sistema de transporte público de alta velocidad en el que los pasajeros viajan en cápsulas eléctricas autónomas a más de 900 kilómetros por hora.
Un viaje en Hyperloop de Washington a Nueva York duraría menos de 30 minutos, dice la página de la compañía. Su patrimonio es de US$264.600 millones y su última gran jugada fue la compra de Twitter por US$44.000 millones. Para eso vendió US$8.500 millones de acciones de Tesla y se asesoró con Morgan Stanley.
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