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Desde la Universidad del Rosario, la coyuntura nos abrió un amplio panorama frente a los retos académicos que tenemos con los estudiantes de nuestras sedes de Bogotá y con los que están desde las regiones
Hace un año, antes de que el mundo se transformara por la presencia del covid-19, la educación como la conocíamos se generaba mayoritariamente desde ambientes presenciales; sin embargo, desde que empezaron a decretarse las cuarentenas obligatorias, el modelo educativo cambió.
La virtualidad se tomó la educación y las clases pasaron de estar en las aulas a las pantallas de los celulares y los computadores. Esta se convirtió en la nueva normalidad, y aun cuando ya para aquel entonces se ofertaban algunos modelos mixtos (virtualidad y semipresencialidad), la llegada de la pandemia aceleró la práctica digital.
Hoy, cuando seguimos manejando los impactos de esta emergencia sanitaria, continúan surgiendo varias inquietudes frente al fortalecimiento y el desarrollo de la educación en distintos entornos. Desde la Universidad del Rosario la coyuntura nos abrió un amplio panorama frente a os retos académicos que tenemos, no solo con los estudiantes de nuestras sedes de Bogotá, sino con aquellos que están desde las regiones y también con nuestros docentes.
Generar y lograr comunicaciones más empáticas es ahora un aspecto fundamental, entendiendo las particularidades que viven desde la virtualidad los protagonistas de las experiencias de aprendizaje.
Por ello, la Universidad del Rosario invirtió más de $70.000 millones en becas, infraestructura física y tecnológica para dotar la planta educativa, beneficiando a la comunidad Rosarista con computadores, herramientas, capacitaciones y apoyos económicos para garantizar la continuidad y el fortalecimiento de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Y es que uno de los aspectos que se reafirmaron con la pandemia es la trascendencia de la educación para la vida de todos y de todas: la educación transforma a una persona, a una familia y a un país, por eso es tan importante pensar fuera de la caja, crear nuevas aproximaciones pedagógicas y hacer proyectos articulados con los desafíos que enfrenta Colombia. La construcción de saberes debe empoderar a una comunidad estudiantil y, en esa dinámica, fortalecer los procesos que ya están implementados.
Ya nos dimos cuenta que es posible aprender desde casa, ahora la invitación es a que resignifiquemos el modelo educativo en lo presencial, entendiendo que el regreso al campus debe favorecer la cocreación y esa colaboración permanente necesaria para los procesos de aprendizaje, concentrando los esfuerzos en hacer de la universidad un gran laboratorio de experiencias en favor de la construcción del conocimiento.
Es una apuesta de la Universidad del Rosario reconocer que el aprendizaje significativo es un proceso constante en nuestra vida. Nos transformamos rápidamente para poder enfrentar esta crisis y seguimos descubriendo la mejor forma de llevar a cabo un concepto de educación para toda la vida, que permita ejecutar las mejores estrategias para fomentar una cultura de enseñanza y aprendizaje.
Todo lo anterior bajo una propuesta académica de valor y diferenciada para distintos entornos, en donde niños, adolescentes y profesionales reconocen la educación como una oportunidad para construir país.
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