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Analistas 16/10/2021

Halloween consciente

Adriana Gutiérrez Ramírez
Gerente de Bloom Ecoworking
Adriana-Gutiérrez-Ramírez

No se trata de un tema ambientalista o de satanizar la celebración que por años nos ha hecho tan felices a muchos. Un Halloween consciente tiene muchas aristas. Recuerdo que durante todo el mes de octubre mi mamá planeaba con atención cada detalle del disfraz que usaríamos mi hermano y yo el 31 de octubre, y reconozco que fueron momentos muy felices cargados de “toneladas” de dulces y un momento de diversión que se extendía por varios días.

Hoy soy mamá y en mi camino hacia la sostenibilidad me encuentro con una cantidad de acciones que no pretendo eliminar y desaparecer por completo, pero si siento un deber social de elevar consciencia al respecto para que mediante pequeñas acciones hagamos de esta celebración un vehículo de aprendizaje, no solo para nosotros sino para nuestros hijos.

Hace poco una amiga me preguntaba de qué iba a disfrazar a mis hijos y mi respuesta automática fue: pues lo mismo del año pasado porque no lo pudieron disfrutar por la pandemia. Muchas veces nos frenamos a dar este tipo de respuestas por no sonar a “chichipatos” cómo se dice en mi ciudad. Pero realmente creo que a mis hijos no les molesta reutilizar aquel disfraz que encerrados tuvieron que lucir en 2020.

Todo esto para decir que muchas veces nosotros llenamos a nuestros hijos de necesidades, nos gusta que luzcan el mejor disfraz y que compitan con los amigos. Lo más sorprendente fue la respuesta de mi amiga: “yo les quería conseguir uno en Estados Unidos bien bacano”, pero lamentablemente ellos ¡quieren usar el mismo del año pasado!

Reutilizar es sin duda una de las prácticas más sostenibles que podemos tener hoy en día en favor del medio ambiente, pero también me gusta verle el lado social al asunto y la verdad es que muchas veces acumulamos disfraces para lucirlos todos en un solo fin de semana y no pensamos en cuántos niños no tienen acceso a dicha celebración solo porque no cuentan con los recursos para adquirir el disfraz de su súper héroe favorito. Comprar un disfraz para tu hijo y comprar otro para regalar podría derivar en una buena práctica tan consciente y sostenible como educativa para él.

Si no nos gusta reutilizar el disfraz hagamos una buena obra y llevémoslo a una fundación; allí hay muchos niños a los que se les puede regalar una sonrisa con algo tan simple. ¿De qué vale la pena acumular para nunca reutilizar?
Otra práctica es no inculcar el deseo de recolectar dulces sin medida, ¿para que? Bolsadas de dulces a la basura que tampoco les permitimos comer porque nos desgastamos todo el año hablando de lo nocivos que son, pero llega octubre y al carro del mercado van a dar toneladas de estos. No digo que regalemos frutas, pero podemos cambiar el paradigma por un compartir entre amigos.

Reutilizar no solo aplica para el disfraz usado, aplica para fabricar uno nuevo como hacían nuestros abuelos en sus hogares con elementos que ya no se usaban, que además, despierta la creatividad. La decoración, como la de diciembre, año tras año genera toneladas de basura por tratarse de elementos desechables a bajo costo; por tanto, podemos ser un poco más creativos y darle nueva vida año tras año a los mismos elementos. Sigamos haciendo del Halloween una celebración increíblemente feliz y un poco más consciente. Solo recuerda qué tipo de hijos quieres dejarle al planeta y ahí encontrarás la respuesta.

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