MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Y a este extremo hemos llegado cuando hablamos de sostenibilidad. Contrario a pensar que todo esto tiene que ver con mejorar nuestro estilo de vida, muchos confunden las cosas y claramente bañarse por horas es a todas luces insostenible pero también hay que saber que con tan solo mermarle unos minutos a nuestro baño se puede impactar positivamente en la sostenibilidad del planeta. Pensemos más bien que si todos disminuimos unos minutos, el impacto final sería enorme.
No se trata de privarnos de las comodidades a las que nos hemos acostumbrado en este mundo de consumo lineal. Mucho menos omitir el baño, el lavado del vehículo o de nuestros dientes, tampoco se trata de volver a vivir como en la época de las cavernas. El justo equilibrio es clave en este mundo de transición de lo lineal a lo circular. La idea no es suprimir nuestras actuales costumbres, es buscar mantener los placeres de la vida a los que estamos acostumbrados en un entorno mucho más amigable con el planeta y la sociedad, justo eso es bienestar. Un bienestar desde la consciencia.
Y para tener un poco más claro que no se trata de un tema de supresión de costumbres sino de evolución desde la consciencia, podemos revisar cómo sería llevar una vida sostenible unos diez años atrás. Hoy en día las cosas son “más fáciles”, las marcas vienen sumando esfuerzos, los consumidores cada vez más conscientes de su responsabilidad y los gobiernos poco a poco han ido incluyendo regulaciones e incentivos que favorecen estas prácticas. Mas fáciles entre comillas viéndolo desde la oferta y el conocimiento, pues justamente años atrás las buenas costumbres (prácticas de consumo) hacían parte del día a día de las familias, incluso muchas de ellas, familias humildes que sin saberlo aplicaban de manera incluso inconsciente uno de los principios más importantes de la circularidad, las tres erres: reducir el consumo de bienes nuevos, reutilizar los existentes y reciclar lo que ya había cumplido con su función. Recordemos la camisa que pasaba de un hermano a otro, de la nevera maciza que duraba una eternidad, de los frascos de la mermelada que luego servían como vasos. Consumíamos objetos con ciclos de vida muy largos que hoy en día han desaparecido del mercado.
Las “sanas costumbres” que a su vez pueden ser “sostenibles costumbres” en el tiempo, dejan en evidencia que la sostenibilidad no solo es un tema de moda o de clases sociales. No es sano transferir la responsabilidad que tengo como individuo al sistema, a las organizaciones o a cualquier tercero sin antes revisar la manera en que gestionamos y consumimos los recursos al interior de nuestro hogar. ¡Que no te bañes! es una expresión que increíblemente refleja lo que para algunas personas se ha convertido la sostenibilidad en su día a día.
Evidentemente no bañarse no es una acción tan sostenible y mucho menos saludable como parece o como muchos hoy en nombre de la sostenibilidad pretenden llevar un estilo de vida más simple para “salvar” al planeta. La consciencia y el uso racional del agua, del plástico, de la energía, de la movilidad y de la alimentación son acciones encaminadas a un estilo de vida más sostenible. Retornar al origen es algo tan simple como retornar a la consciencia y a los buenos hábitos de consumo. No nos dejemos llevar por las ideas extremas de falsos gurús o pensamientos extremos animalistas o ambientalistas. Evolucionar bajo el sistema lineal, no involucionar para llegar al lineal es el camino, es la realidad, es parte del proceso. El cambio está dentro de nosotros y en la manera como gobernamos nuestro mundo interior.