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“El conejillo de Indias”, frase de uso tan común que poco o quizás nunca nos hemos puesto en los “zapatos” de alguno o quizás tras el video viral de Ralph, ahora sí estemos haciendo el ejercicio de sentir lo que ellos sienten cuando hacen su “trabajo” en los laboratorios de las marcas que los someten a pruebas, tema que ha dado para hablar bastante y preocupa a muchos consumidores responsables.
Colombia, con la Ley 2047 del 10 de agosto de 2020 fue el primer país de Latinoamérica en regular esta práctica, no solo en la producción y comercialización de productos de belleza sino además restringiendo la importación de marcas que se dediquen a este tipo de prácticas.
El cortometraje muestra cómo un conejo describe su “trabajo” en estos lugares y cómo a causa de los testeos que le practican con químicos pierde facultades auditivas y visuales, además de afectaciones físicas en diversas partes del cuerpo. Este mensaje bomba de Ralph, el “conejillo de Indias” de las marcas de belleza y aseo, nos permite ver que se está fortaleciendo el tema de la sostenibilidad en cuanto a certificaciones internacionales de marcas libres de prueba en animales, y entender por qué cuando los vemos en un envase estamos apoyando el planeta.
La campaña del movimiento internacional #savearalph deja claro que existen otras maneras de comunicar la sostenibilidad, menos apocalípticas y terroríficas que las oscuras imágenes de ríos, mares de basura y plástico acabando con el planeta, mensajes cargados de odio y de dolor, incapaces de generar consciencia en el ser humano. La ternura y el humor como herramientas para afrontar el cambio han demostrado una realidad que pocos podrían ignorar.
Si bien la campaña proviene de un movimiento animalista, ha demostrado que podemos actuar juntos desde la generación de conciencia, educando a consumidores y señalando las malas prácticas de las marcas.
Todos queremos ver un cambio de comportamiento genuino en los consumidores y en las marcas, lejos del lavado verde, cerca de lo que en marketing se conoce como ley de la sinceridad. Se trata de un proceso que lleva tiempo, de generar una consciencia colectiva y de entender que somos humanos y que como tales no vamos a tener un mundo 100% sustentable, pero que sí podemos reducir, rechazar, alargar la vida de los productos, trabajar mejores prácticas sostenibles, ser agentes de cambio y no de crítica.
Ver con ojos de transformación la manera como buscamos el cambio será clave para lograr que muchos más se suban al barco de la sostenibilidad.
Seguramente quienes en adelante vean un conejo en el envase de un champú tendrán claro que fue producido sin prueba en animales. No se trata entonces de dejar de usar productos de belleza como tiende a hacerlo quién entra al mundo de la sostenibilidad por moda; muchas marcas están trabajando para ser agentes de cambio; otras quizás no lo están haciendo desde la transparencia y por eso es vital estar informados. Esto nos permitirá comenzar a presionar nuestras marcas favoritas para que se alineen con la sostenibilidad y de manera colectiva trabajemos y habitemos un mundo mejor.