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Nos hemos acostumbrado a asociar el término sostenibilidad a los procesos regenerativos de la naturaleza y eso… ¡está bien!, es cierto, debemos sustentar el planeta tierra y garantizar un mejor futuro para nuestros hijos y nietos, pero esto no es todo. No se trata solo de ellos y de una visión futurista cargada de utopía en la que el tecno optimismo se encargue de resolver el asunto y nosotros como sociedad sigamos haciendo las cosas en piloto automático alimentados por la ansiedad de tener más y más.
Creo en el presente de las cosas y en la sostenibilidad como un asunto del hoy, sin pretensiones extremas que me estresen; pero también creo en un cambio interior que determine un estilo de vida más consciente a todo nivel y en el que aprenda todos los días a convivir en armonía.
No se es una persona sostenible de un momento a otro, pero si ya estamos habitando el planeta con sus increíbles maravillas ¿por qué no empezar a alimentar ya eso que nos nutre de felicidad?… Tenemos demasiados distractores, ambiciones desde el tener, marketing e internet trabajan a toda máquina para crear más y más necesidades, y poco nos hemos ocupado de contrarrestar esta avalancha de cosas fortaleciendo la mente y cultivando el espíritu.
Estamos en un paraíso que debemos disfrutar hoy mismo, vivirlo, sentirlo y respirarlo… ¡emocionémonos con esto! No podemos habitar y sostener un planeta inmenso lleno de cosas increíbles si primero no habitamos nuestra propia mente y alimentamos nuestro propio espíritu con pensamientos de mejor calidad que determinen mejores resultados.
Creo que las palabras de JBalvin en su última canción-reflexión titulada Niño soñador, nos invita a pensarlo. Nadie más lleno de lujos y una presión interna para invitarnos a trabajar en la sostenibilidad emocional que uno de los artistas colombianos más influyentes:
“Tengo una vida que cualquiera desearía / Diez Ferraris en la cochera / Y en el cuarto una joyería
Tengo un reloj con más diamantes que una mina / Tengo un yate que ni navega
Y tengo el mar como piscina (¡wuh!), Yeah / En la tierra una mansión
Pero vivo en un avión / Fingiendo tocar el cielo / También yo tengo una depresión
Que no tiene solución / Ni con todo lo que tengo.
¿De qué me sirve la fama, la cuenta bancaria,
La casa de cien mil hectárea' y una vida millonaria? / Si no puedo darle un papá feliz al hijo mío,
Ni el hombre que mi mujer siempre ha querido.
No soy mal agradecido, pero to' lo cambiaría (ah), / Por la salud de mamá, pa' que me dure to'a la vida”.
Así como le sucede al mismo JBalvin, pareciera que ahora estuviéramos enfrentando como sociedad una pandemia de aburrición y depresión a la que no escapan ni los mismos médicos, empresarios, deportistas, abogados, economistas, profesionales y personas del común con TODO en la casa, en la nevera y en la finca pero con el SER vacío.
¿Queremos un mejor planeta? Para lograrlo se requiere trabajar con buenas bases y -como debe ser-, que cada uno de nosotros se apropie de sostener su mundo interior en armonía; no podemos buscar afuera lo que no tenemos adentro, no podemos con un planeta enorme si no podemos con nuestro mundo interno. Una emocionalidad sostenible nos lleva a desarrollar una capacidad mental fuerte y poderosa, aquí y ahora para que esto nos lo gocemos quienes ya estamos aquí y los que vienen.