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El viernes anterior a la victoria presidencial de Gustavo Petro, la acción de Ecopetrol se transaccionaba en Wall Street a más o menos US$17,47. Dos años y pico más tarde, la acción de Ecopetrol se transacciona a US$8,76, implicando una pérdida de valor de 49,7%. En valor de mercado, Ecopetrol hoy solo vale US$18.000 millones, la mitad de lo que valía hace dos años, y una fracción de lo que llegó a valer esta empresa durante el gobierno de Santos, en abril de 2012, cuando esta alcanzó un valor máximo histórico de US$133.000 millones.
Muchos defensores del petrismo me dicen que la comparación que hago no es válida, que la única forma de hacer un argumento como el que estoy intentando hacer es comparando a Ecopetrol con otras compañías del sector. Valido esa crítica, y por lo tanto presento los números. El ejercicio da lo siguiente: convirtiendo los precios mercado de Ecopetrol y Petrobras de Brasil en índice (normalizando la serie de tiempo en junio de 2022), al resultado es que Ecopetrol vale 50% de lo que valía antes de la elección de Petro mientras que Petrobras, aún a pesar de Lula da Silva y sus políticas anti-mercado, vale 103%, mejor dicho, 3% más de lo que valía en junio del 2022. Si comparamos a Ecopetrol con una de las mayores petroleras del mundo, con Exxon, la diferencia en retorno es de 64% (Exxon vale hoy 114,1% de lo que valía en junio de 2022).
La democratización de la participación accionaria de Ecopetrol bajo el gobierno de Uribe ha sido, en mi opinión, uno de los mayores aciertos en la política pública que se han visto en la historia de Colombia. Ese cambio político que logró el presidente Álvaro Uribe generó un cambio radical en la estructura de la empresa más importante de Colombia, al obligarla a adaptarse a las reglas del juego del gobierno corporativo (gracias a la entrada de capital privado). El sector privado siempre ha sido y siempre será mucho más diligente que el sector público en combatir la corrupción y el despilfarro en los procesos, como se ha comprobado infinitas veces en la historia de la humanidad. Pero bajo Gustavo Petro Ecopetrol ha perdido muchísima credibilidad con la comunidad inversionista, porque los inversores no son ciegos y se dan cuenta que las contrataciones recientes, y las decisiones de estrategia que se han tomado en el pasado reciente responden a prejuicios políticos y no a decisiones que busquen la maximización de la utilidad; que en este preciso caso viene siendo lo mismo que sabotear la maximización del ingreso en las cuentas fiscales. De esquizofrénicos.
No sé si Petro de verdad se crea su demagogia de que gracias a sus decisiones va a salvar al mundo de la “catástrofe climática” o si detrás de eso hay una estrategia maquiavélica. Ahora, asumiendo que se la cree, y que por eso le parece válido destruir a Ecopetrol para “salvar al mundo”, pues les dejo estos datos para o que se preocupen o se depriman más aún: Consumo total de energía en Colombia (datos al 2020): 234,6 terawatts-hora. Consumo total de energía en EE.UU., pero únicamente para proveerle la energía necesaria a los famosos “data centers”, que son la infraestructura que se necesita para entrenar a los sistemas de inteligencia artificial: 460 terawatts-hora (datos del 2022), y se espera que ese gasto de energía llegue a 1.050 terawatts-hora en 2026. Con plastilina para que se entienda: solo el gasto de energía en entrenar modelos de inteligencia artificial en EE. UU. supera al gasto de energía total del pueblo colombiano en 96%. Mejor dicho, la demagogia y terquedad de Petro le está subsidiando a Google una capacidad incremental de generar polución a costa del futuro de los niños pobres de Colombia. Sin duda alguna, eres un genio galáctico, Gustavo Francisco.