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El viernes pasado el exministro Juan Carlos Echeverry compartió una columna muy certera del politólogo Joseph Sternberg publicada en el Wall Street Journal. Me tomo el atrevimiento de utilizar parte de este espacio que me ha delegado La República desde hace 20 años para reproducir algunos pasajes de dicha columna, pues considero que le queda como anillo al dedo a la situación actual de Colombia para con los hidrocarburos.
Argumenta Sternberg que “La invasión rusa de Ucrania ha producido una serie de cambios sorprendentes en Alemania durante los últimos siete meses...Pero la evidencia más segura de que la economía más grande de Europa se está desviando hacia el territorio de las “señales y prodigios” es que los políticos pronuncian cada vez con mayor frecuencia la “F-word” más sucia de todas: “fracking”....La crisis energética de Alemania es una crisis de elección, o más bien una crisis de dos opciones, la segunda siguiendo directamente a la primera.
La opción de la que la mayoría de los políticos alemanes parecen querer hablar es la segunda de las dos, la opción de obtener gran parte de las importaciones de energía del país y especialmente gas natural de un solo proveedor poco confiable, Rusia.”
Continúa Sternberg argumentando que “si importar gas de Rusia ya no es una opción, el gas se tendrá que importar de algún otro lugar. Pero el punto es que Alemania es dependiente del combustible extranjero solo por la primera decisión que tomó Berlín: ergo, no aprovechar las importantes reservas internas de gas de las que goza el país, que según algunas estimaciones podrían satisfacer gran parte de la demanda de gas de Alemania durante los próximos veinte años. Mejor dicho, Alemania está en las que está por la hostilidad que existe hacia el fracking.
En 2017, Berlín prácticamente prohibió, por dudosos motivos de seguridad, las técnicas de fracking que podrían suplir la mayor parte del gas de Alemania.”
“Pero ahora algunos políticos se preguntan si el país puede darse el lujo de dejar ese gas bajo tierra...Por ejemplo, según la prensa local, el FPD, uno de los partidos de la coalición, apoya la expansión significativa de la producción doméstica de gas. Otro líder de ese partido, Torsten Herbst, desafió las objeciones: “Como muestran los estudios científicos, según los estándares de seguridad modernos, el fracking NO causa ningún daño ambiental relevante”.
Algunos políticos de la oposición están retomando el tema. El primer ministro estatal conservador de Baviera, Markus Söder, planteó a fines de julio la pregunta obvia: “¿No sería apropiado que Alemania pensara si quiere usar su propia capacidad de gas?”....Pues parece que el mensaje esta calando, pues incluso la revista de noticias de tendencia izquierdista “Der Spiegel” se preguntó por qué exactamente el fracking sigue siendo un tema tabú en elecciones estatales en Baja Sajonia.”
Les cuento. Un alemán común y corriente consume 10,4 barriles de petróleo por día. Un colombiano del común consume 2,6 barriles por año. Mejor dicho, un alemán consume/contamina 400% más petróleo que Colombia. Las circunstancias obligarán a que Alemania vuelva a aplicar el fracking para poder calentar a sus ciudadanos durante el invierno, así como ya lo anunció el Reino Unido.
En Colombia hoy somos autosuficientes en energía, pero no lo seremos en breve si frenamos el fracking. No, apreciado lector, Colombia no está arreglando el mundo al prohibir el fracking. Lo único que está logrando es empobrecer aún más al colombiano de a pie.