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Analistas 03/06/2014

La definición de la lógica económica

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Investments
La República Más
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He tomado la decisión de publicar esta misma columna sobre el modelo chileno por lo menos un par de veces al año, y pienso que la contienda electoral es una nueva perfecta oportunidad para hacerlo. La razón, considero que es mi obligación moral hacer hasta lo imposible para que Colombia jamás se desvíe de la implementación de un sistema económico que aplique postulados similares a los que ha aplicado el pueblo chileno. El populismo latinoamericano es una enfermedad que ha generado mucho retraso y desilusión en la región y es labor de la gente responsable desvirtuar las mentiras con las cuales los demagogos captivan votos. Esta columna se basa en un documental que vi hace años, en algún canal, lo más probable el Discovery Channel. El documental se enfocaba en cómo ha evolucionado la sociedad chilena, comenzando desde la época de Valdivia, para luego discutir la época de Allende, la represión derechista, y terminando con el milagro económico y social del cual hoy Chile es muestra. 

La parte más interesante del documental fue la filmación de una discusión impromptu que tenían un grupo de estudiantes de secundaria en un colegio estatal de Santiago de Chile. La maestra moderaba la discusión, y los alumnos opinaban apasionadamente sobre la política, la sociedad, la economía, sobre el futuro del país en general. El típico discurso latinoamericano de la existencia de una explotación elitista, de la necesidad de llevar a cabo una redistribución inmediata del ingreso, el discurso de la pobreza como la razón detrás de la violencia, etc., etc., primaba entre los comentarios de los alumnos. Recuerdo, sin embargo, a un joven que me impresionó. Este muchacho, cuando le fue adjudicado su turno para dar su opinión, dijo algo semejante a: “y  donde queda el empresario? ¿Acaso el dueño de la empresa no es el que nos está dando la posibilidad de trabajar? ¿Qué pasa con la empresa si el dueño ya no vuelve a supervisar los procesos?”

En mi opinión, el mayor logro de la historia económico-social de Chile ha sido el de haber logrado subir el estatus del emprendedor dentro de la sociedad. Este hecho social y cultural se ha convertido en un círculo virtuoso. El hecho de que la gente respete y admire el emprendimiento, incrementa el interés del joven de tomar las decisiones adecuadas para lograr crear empresa en el futuro. En Chile, el generador de empresa tiende a tener mejor “estatus” que el empleado. Es controversial, pero cierto. La persona más importante de la sociedad es el emprendedor. Nos guste o no, el emprendedor sostiene el consumo del resto de las personas en la sociedad.

La admiración al emprendimiento es la razón por la cual cuando uno toma un taxi en “el golf” en Santiago de Chile y toma Apoquindo con dirección a las montañas, en unas pocas cuadras llega al nuevo parque de negocios de la ciudad. Un parque de fácilmente 50 torres, entre ellas la nueva sede de LAN. Paso seguido dobla uno a la izquierda y entra en una autopista de varios carriles que no tiene nada que envidiarle a las de Alemania. En cinco minutos el taxi del hotel se sumerge en un túnel de varios kilómetros y de varios carriles que atraviesa la ciudad de lado a lado. Los carros que el taxi adelanta son todos nuevos y ecológicamente amigables. Nada de Chevrolets 1950, como en Cuba. El viaje hasta el aeropuerto toma unos 20 minutos. No parece Chile. Parece Suiza. Este es el milagro chileno. Un milagro que genera emprendedores que pagan impuestos. Y un milagro que produce líderes como el antiguo presidente socialista Ricardo Lagos, quien, recuerdo claramente, en una conferencia en Nueva York hace unos 13 años dijo lo siguiente: “mi objetivo como gobernante de Chile es asegurarme que cada niño en mi país tenga la opción y la capacidad, si así lo desea, de volverse el próximo Bill Gates del mundo.” Que delicia de mensaje, uno que tiene que seguir gobernando la política económica de Colombia.

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