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Es extraño que tanto amigos como enemigos del gobierno Duque no hayan tenido la gallardía de ponderar el cambio tan radical de costumbres políticas que ocurrió en el periodo legislativo que terminó en diciembre del año pasado. Es una verdadera lástima que los colombianos no hubiéramos ponderado el hecho que la legislatura anterior implica un antes y un después para las costumbres políticas de nuestro país. Para mí es clarísimo que la razón por la cual la reforma fiscal del presidente Duque no pasó como se esperaba que pasara fue la decisión que tuvo el Gobierno de no comprar conciencias en el Congreso de la República. Estoy convencido de que si el gobierno Duque se hubiera decidido a aceitar la cuestión en el Congreso, si hubiera repartido puestos y contratos, hoy tendríamos una reforma fiscal mucho más fuerte. Mejor dicho, si se hubiera repartido mermelada, el gobierno Duque hubiera logrado recaudar los $14 billones que se necesitaban para financiar el hueco en el presupuesto del 2019.
La verdad fue demasiado desgastante tratar de explicarle tanto a justos como a enemigos del gobierno el por qué era necesario cobrarle IVA a los productos de la canasta familiar que hoy no devengan ese impuesto. Lo digo con total sinceridad, fue una discusión simplemente imposible de tener hasta con personas que yo consideraba tenían, o al menos que deberían haber tenido el nivel educativo suficiente como para entender el por qué era importante lograr que las personas más favorecidas de la sociedad pagaran IVA por la carne que consumen. Pero claramente mi esfuerzo y el de algunos otros dentro de esa inmensa minoría de personas que defendimos la reforma no sirvió para mucho. El mismo ministro Carrasquilla lo dijo en una entrevista reciente; quizás lo que pasa es que los colombianos simplemente no estamos listos para entender por qué razón sí se debe tener la posibilidad de cobrar IVA a la carne que consumen los estratos más altos de la sociedad. Y también hay que recordar que hay mucha gente muy tramposa en Colombia. Según la Dian, en Colombia solo hay 10,000 personas que devengan más de 35 millones de pesos al mes. Diez mil personas en un país de 47 millones de habitantes. Ese adefesio no se lo cree absolutamente nadie. Mejor dicho, hay mucha gente que gana muy bien en Colombia y que está dedicada a robarle al estado a través de triquiñuelas. Como siempre lo he dicho en columnas y en Twitter, la pobreza no es gratis, y la constante de que todo debe ser gratis en Colombia no permite que avancemos.
Pero esto ya es llorar sobre mojado. La realidad es que nuevamente se perdió una gran oportunidad para implementar un sistema tributario más moderno, un sistema más justo, donde los individuos comienzan a pagar un poco más de impuestos para que las empresas paguen menos. Es necesario bajar la carga de impuestos que pagan las empresas en Colombia, porque si no lo hacemos, nos vamos a quedar sin empleos dignos en el país, pues las empresas migrarán a otros lugares donde las traten mejor. Quizás en algún momento en los próximo 10 años los colombianos vamos a poder avanzar con más ahínco en esa necesidad de país.
Pero no todo es malo. Como decía antes, esta es la primera vez en la historia reciente de Colombia donde un Gobierno logra pasar un proyecto legislativo sin recurrir a repartir puestos y contratos entre los miembros del Congreso. Ojalá en algún momento críticos y amigos del gobierno tengan la gallardía de ponderar esa realidad. Veremos.