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Hace como unas tres semanas dije en frente de una audiencia de casi 1.000 inversores que los fundamentales globales de este momento eran consistentes con un COP que cotizara por niveles de +/- $3.400 (en este enlace vea la conferencia https://www.youtube.com/watch? v=9ZzMEZvucwI&t=5768s). Como todos los lectores seguramente sabrán, la semana pasada el USDCOP volvió a romper la barrera psicológica de los $4.000, nivel que no veíamos desde el peor momento de la pandemia.
Me he convertido en una tendencia recurrente en las redes sociales desde que solté la proyección en el evento anual de Asofiduciarias en mayo del 2018, argumentando que, si el presidente Iván Duque ganaba la elección del 2018, el USDCOP se iba a apreciar hasta los $2.700. En el momento en que hice la predicción, el COP valía $2.900. También dije que, si Petro ganaba, el COP se iba a ir a “tres mil, cuatro mil, cinco mil, vaya uno a saber”. Mi proyección también estaba basada en mi expectativa de que el DXY, el índice global del dólar se quedara en niveles cercanos 88. ¿Qué falló? Varias cosas, pero la principal fue que Trump decidió entrar en una guerra comercial sin cuartel contra China durante la segunda parte del 2018, evento que generó una mega apreciación del dólar (+12%) a nivel global.
Los economistas que trabajan en la academia tienen un dicho muy jocoso. Según ellos, hay dos clases de estúpidos en este mundo. Los economistas que se atreven a proyectar variables financieras como el tipo de cambio, y las personas que les ponen atención. Y los académicos tienen de su lado una realidad incontrovertible: el hecho que NADIE puede ver el futuro. Ahora, los académicos tienen una gran ventaja que no tenemos los economistas que trabajamos en el mundo real: nosotros tenemos que generar ideas a diario. Y por eso los economistas del mundo real, como yo, somos insumo necesario para el funcionamiento de la economía moderna.
Pregunta para el lector: ¿sabe usted que es un presupuesto? ¿Cuál es la diferencia entre pronosticar cuanto petróleo se venderá de acá a final de año, comparado con proyectar cuanto donde puede llegar a estar el valor del Dow Jones para finales del 2022? ¿Acaso los presupuestos de ventas de las empresas que se presentaron en enero del 2020 incluían la pandemia y el confinamiento?
La experiencia me ha hecho entender que la gente inteligente recibe una proyección y no la juzga, sino que le pregunta al analista el por qué de su proyección. Mi mejor cliente siempre me hace las siguientes preguntas atadas a mi visión sobre las monedas latinoamericanas y específicamente Colombia: “¿Alberto, dónde ve el petróleo?... ¿Qué espera del plan fiscal de Biden?... ¿Qué piensa que hará la Fed?...¿Se reelegirá Bolsonaro?... ¿Qué probabilidad le ve a una victoria de Petro en 2022?” La gente inteligente hace preguntas para entender. El mediocre juzga el resultado.
erminando con lo relevante: el modelo de tipo de cambio real de JP Morgan (JBDCCOP Index) da que el peso está 38% debajo de su valor equilibrio; el modelo basado en la canasta de commodities da que el COP hoy debería valer $2.900; mi modelo insignia dice que el COP está 19% por debajo de donde debería estar. Ninguno está funcionando. ¿La razón? El riesgo latente de que Petro gane en el 2022.