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Es deprimente ver el nivel de demagogia con el que se abordan las discusiones sobre la política económica cuando se acercan las elecciones. Y, la verdad sea dicha, esa demagogia viene de todos lados. Algunos en la derecha piden cerrar la economía para defender “el empleo local”, y los de la izquierda piden que el gobierno contrate dos millones de empleados adicionales sin explicar de dónde vendrán los recursos para lograrlo.
Piden acabar con la explotación petrolera para “salvar al mundo”, así Colombia sea un jugador marginal en el calentamiento global (0,35% de todo el CO2 que se genera en el mundo viene de Colombia). Y proponen cerrar con el sistema pensional de capitalización para supuestamente “ayudarle al pueblo y quitarle el negocio a Sarmiento Angulo”.
La reforma a las pensiones no da espera porque el sistema actual es la principal razón por la cual la inequidad en Colombia es tan alta. Y, como si fuera poco, por culpa de la perversidad del sistema, solo 25% de los adultos mayores reciben una pensión. Mientras en Colombia miles de niños no comen lo suficiente, y mientras muchos mayores no reciben ninguna ayuda monetaria, el estado, mejor dicho, usted, financia una pensión de 25 salarios mínimos en el régimen público con, en promedio, la barbaridad de $1.000 millones durante la vigencia de esa pensión. Repito: $1.000 MILLONES. En comparación, para las pensiones de un salario mínimo, el subsidio estatal durante la vida de esa pensión es de $90 millones, 11 veces menor. Es increíble, pero muchos políticos de izquierda quieren mantener vigente esta regresividad en la política pública por una sola razón: porque supuestamente el sistema privado beneficia a los banqueros. Prefieren joder al pueblo con tal de supuestamente afectar la billetera de los “ricos”.
Pero afortunadamente en esta jungla de demagogia aún se logran encontrar ideas lógicas sobre cómo mejorar la calidad de vida de los adultos mayores. Los mejores planteamientos vienen de Santiago Montenegro y Asofondos. Las ideas sobre cómo remediar estas ineficiencias tan groseras del sistema son relativamente sencillas. Específicamente, (1) fortalecer un pilar solidario, como el Programa Colombia Mayor, que cubra la línea de pobreza extrema para todos los adultos mayores que no alcancen una pensión contributiva, y (2) mantener un pilar de capitalización individual, que puede ser administrado por entes públicos o privados, operando bajo las mismas condiciones. “Fortalecer Colpensiones” como piden algunos NO funciona, porque no se ataca el problema fundamental del sistema de reparto intergeneracional: es insostenible porque cada vez hay más viejos y menos jóvenes. Como es casi un imposible convencer a la gente que el sistema privado le ayuda al futuro pensionado y no a los “banqueros”, pues entonces que se cree una AFP pública que compita con Porvenir, Skandia, Protección y Colfondos en igualdad de condiciones, y que la gente escoja cual da mejor servicio. Y desde el punto de fortalecer el pilar solidario, hay que mejorar el mecanismo de Beneficios Económicos periódicos (Beps), que es una pieza clave para lograr la cobertura universal. El objetivo es que todos los adultos mayores tengan un ingreso vitalicio sin importar el capital y/o las semanas acumuladas a la edad de pensión. Nada más justo y fiscalmente responsable que esta propuesta. ¿Será mucho pedir que los candidatos se dediquen a discutir las cifras sin acudir a la demagogia?