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Analistas 29/10/2018

Riesgos inmensos

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Investments

No lo digo yo. Lo dicen personas con visiones tan diferentes como Paola Ochoa, Juan Mario Laserna (Qepd), o Juan Gómez Martínez. Trabajar en el sector público en Colombia es una labor de altísimo riesgo. Ejemplos hay muchos. Camargo, Andrade, Mario Aranguren, y obviamente, Andrés Felipe Arias.

El caso de Andrés Felipe Arias es quizás es el más mediático de todos, pero, nuevamente, no es el único. El ataque al ministro Carrasquilla por parte del activista político Daniel Coronell y del Senador Jorge Robledo, es otra innovación reciente.

Todos los que sabemos cómo funcionan las cosas sabemos que el ataque a Carrasquilla es función de la intención de Coronell y sus aliados de destruir todo lo que sea medianamente cercano a Uribe. Y todos sabemos que la tragedia que está viviendo Andrade es función de la necesidad de encontrar un chivo expiatorio al que se le pueda chantar toda la corrupción atada a las 4Gs.

Pero el punto relevante acá es que todos estos precedentes solo logran una cosa: alejar a las mentes más capaces y honestas del servicio público. Mi mamá siempre me lo dijo antes de morir: “ten mucho cuidado, piénsalo muy bien, tu eres un joven honesto y los corruptos se van a aprovechar de ti si aceptas un cargo público”.

Andrade no se robó un peso, le aceptó una cartera de regalo para su esposa a un corrupto. El delito de Andrade no es ser un ladrón, es ser pendejo y haber decidido no hacerle un desplante al corrupto en cuestión. Aranguren hizo la labor, investigó los vínculos del Cartel de la Toga con la mafia. La “justicia” le destruyó la vida por haber hecho la labor, por haber sacado al aire que mafiosos rumbeaban y le daban regalos a jueces corruptos.

Arias está en la cárcel por supuestamente haber robado a nombre de terceros que él ni siquiera conocía, y por haber firmado un contrato de ciencia y tecnología con la OEA sin previa licitación. El proceso de contratación que utilizó Arias para la suscripción de ese contrato lo habían utilizado otros ministros de agricultura del pasado en más de 100 ocasiones.

Pero la justicia corrupta obvió ese detalle, porque las decisiones judiciales en Colombia no se toman con rigor jurídico sino por “conveniencia política” -el que no crea, que oiga las grabaciones que rondan por ahí.

Pero lo más triste de todo es caer en cuenta de la estupidez de mucha de nuestra gente. Yo entiendo que una persona que no tenga estudios piense que Arias sea un corrupto, porque la gente ignorante solo oye lo que dicen tipos como Coronell o Petro.

Pero que alguien con algo de estudios no entienda que es una desfachatez que la Corte haya decidido condenar a Arias por enriquecimiento ilícito a favor de terceros que él NO conocía, porque supuestamente los iba a conocer en el futuro, es una verdadera tragedia.

Como siempre lo he afirmado: no soy amigo de Arias, lo he visto tres veces en mi vida. Pero me carcome el alma ver la tragedia que vive, porque me recuerda las palabras de mi madre: “en Colombia se la velan a los honestos, ten mucho cuidado”.

Necesitamos que cese la horrible noche que están viviendo Arias y su familia, Andrade, y otros muchos. Necesitamos limpiar ese nido de ratas que es el poder judicial en Colombia. ¡Y necesitamos educar a nuestra gente a ver si algún día logramos que tengan el mínimo criterio para entender que uno no puede condenar a alguien a cárcel por 17 años por el supuesto delito de haber robado a favor de un tercero que uno NO CONOCÍA! Por el amor de Dios, ¡qué diablos nos pasa!

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