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Es un hecho irrefutable que Putin es un dictador sin compasión alguna. Las imágenes tan dramáticas que están saliendo de Ucrania demuestran que este siniestro personaje no tiene conciencia. Pero bajo la misma óptica hay que aceptar que occidente ha cometido muchos errores en las últimas décadas, unos que han ayudado a forjar esta crisis. Me parece importante enumerar algunos de esos puntos para engrandecer la calidad del debate.
Para comenzar, la triste realidad es que la política energética de Europa ha demostrado ser un desastre. Europa necesita tener una estrategia a largo plazo mucho más clara para poder lograr la neutralidad de carbono sin tener que destruir su economía o depender de la oferta de energía de Rusia. Quizás la audiencia no sepa esto, pero Europa era autosuficiente en gas natural hasta hace apenas unos años. Pero entonces el continente europeo decidió arrodillarse antes el ambientalismo extremo e irracional y acabaron con el fracking. Pareciera ser que para estos ambientalistas extremos es preferible comprarles gas natural y petróleo a enemigos de la democracia que buscarlo endógenamente...
Y ni hablar de la barbaridad de política que fue acabar con la energía nuclear en Alemania. Pero también le caben muchas críticas a EE.UU. La administración Biden decidió al principio de su mandato prohibir la finalización del oleoducto Keystone, quizás una de las decisiones más ilógicas que ha tomado. Biden tomó esa decisión para darle contentillo al ambientalismo extremo norteamericano.
A propósito, el presidente Trudeau ha dicho varias veces desde el inicio de esta tragedia que Canadá puede proveerle el petróleo faltante a EE.UU. si se termina este oleoducto. Pero la administración Biden, en medio de una ceguera impresionante, prefiere acercarse a criminales de lesa humanidad como Nicolás Maduro antes de terminar ese oleoducto. Lo más patético de todo es que si existiese ese oleoducto la emisión de gases efecto invernadero en el mundo sería menor porque ya de por si EE.UU. le compra petróleo a Canadá, pero lo tiene que transportar en camiones y de trenes que generan mucho CO2. Ahora la geopolítica. Es cero popular decirlo, pero el presidente Putin tiene un argumento bastante sólido cuando dice que Ucrania debe mantenerse neutral. Que Ucrania se vuelva miembro de la Otan es análogo a que México se vuelve aliado militar de Rusia y Rusia decida poner misiles en la frontera apuntándole a EE.UU. Todos sabemos cuál sería la reacción de EE.UU. ante una eventualidad en la cual Rusia pusiera misiles. Mirando hacia adelante, la realidad es que esta crisis solamente tiene una salida diplomática. Esa salida implica que Putin logra que Ucrania abandone su interés constitucional de ser miembro pleno de la Otan. También implica que Ucrania tendrá que ceder los territorios de Crimea, y de Lugansk y Donetsk.
Pero además de la cuestión energética está la cuestión alimentaria y de los minerales clave para la producción de chips. Por ejemplo, Rusia es un gran productor de paladio, y EE.UU. le compra el 90% del neón que utiliza su industria de semiconductores a Ucrania. Un conflicto extenso entre estos dos países podría poner en riesgo toda la cadena de producción tecnológica de occidente. La buena noticia es que la economía de Rusia se está desmoronando por culpa de las sanciones, y esa realidad debería ayudar a que el déspota Putin se siente a negociar el fin de este conflicto tan trágico.