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Pocas cosas que odie más en la vida que tener que dar credibilidad a teorías conspirativas. Siempre he asociado las teorías conspirativas con gente que sufre de trastornos mentales. Pero confieso que simplemente no entiendo cómo diablos puede ser posible que el servicio secreto de EE.UU. no se hubiera percatado que había un asesino a 60 metros de distancia del expresidente Donald Trump con un rifle de alta precisión mientras el hombre hablaba en Pensilvania. El expresidente Trump está vivo por una sola razón: porque Dios decidió que no era su día.
Me considero un libertario, alguien que odia que el gobierno se meta en la vida privada de la gente, y soy un ferviente creyente en el libre comercio. Para mí el mundo se divide entre la gente que entiende por qué razón el libre comercio genera incrementos en el crecimiento potencial, y la gente que no lo logra entender.
La plataforma política de Trump es totalmente contraria al libre comercio, o por lo menos al libre comercio con países cuyas económicas les ofrecen a sus ciudadanos salarios más bajos que los que EE.UU. ofrece. En 2016 yo argumenté que la presidencia de Donald Trump iba a ser un completo desastre porque el presidente Trump era un proteccionista de corazón. En 2016 yo era una de esas personas que en EE.UU. se denominan “never trumpers”. La evidencia empírica demostró que estaba completamente equivocado, ya que Trump resultó ser un muy buen presidente para la economía de EE.UU.
En los últimos años he logrado entender por qué razón Donald Trump volverá a ser presidente de EE.UU., algo que muchos de mis coterráneos no logran entender. ¡En Latam se sigue oyendo mucho el “cómo puede ser posible que haya tanto gringo bruto que quiera que Trump gane las elecciones, esos ‘rednecks’ de verdad no entienden nada!”.
El punto de esta columna es presentar unas de las que yo considero son las principales razones por las cuales Trump será presidente de EE.UU. nuevamente: (1) El movimiento “DEI” y el complejo del “white supremacy”. “Diversity, equity, and inclusion” se han convertido en lemas muy relevantes dentro del mundo corporativo de EE.UU. Este movimiento social busca que las minorías y las mujeres logren tener cargos más importantes dentro de las estructuras económicas de EE.UU., a costa de, específicamente, los hombres blancos.
Un ejemplo: Alberto Bernal, al ser latino, tiene prioridad dentro de una corporación que John Smith, el blanco, y Alberto Bernal recibe una oferta de trabajo X antes que John Smith porque John Smith es blanco y por lo tanto es parte de un sistema que “privilegia a los blancos”. Lo mismo pasa con las universidades. La Universidad de Harvard aceptará al hijo de Rod Robinson, un muchacho negro, antes que al hijo de John Smith, porque el hijo de John Smith es blanco. Nuevamente, la base de todo es que el sistema económico actual es “racista”. Valga decir que John Smith hoy apenas logra llegar a fin de mes porque su salario no ha subido en 15 años...
(2) El Partido Demócrata se niega a definir qué es una “mujer”. Así como lo lee. Hoy en día en EE.UU. es motivo de cancelación social decir que una mujer es un ser humano que puede tener un hijo, porque supuestamente eso implica que se está excluyendo a los hombres que se auto identifican como mujeres. Hasta hace un par de años, la gente se guardaba sus comentarios al respecto, pero parece ser que la mayoría de la gente se aburrió de no poder decir que una mujer es una mujer.
Trump no tiene problema en decir que una mujer es una mujer, y punto. (3) El libre comercio ha convertido a EE.UU. en el país más pudiente de la historia. Pero también ha destruido la economía de pueblos como Middletown, Ohio, el lugar que vio nacer a J.D. Vance, el muy seguramente futuro vicepresidente de EE.UU. Nos guste o no, Trump y su gente van a restringir el libre comercio para cuidar los empleos de “Middle America”. Increíble que nadie le haya contado eso a don Alexander López, director del DNP, quien torpemente sigue argumentando que dizque toca “renegociar” el TLC con EE.UU. Señor López, lea, es gratis.