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La democracia habló y el presidente número 47 de la Unión Norteamericana es Donald J. Trump. La votación fue decisiva. Al final, con casi la totalidad de los votos contabilizados, Trump recibió 73,49 millones votos (50,7% de los votos) y Harris recibió 69,17 millones de votos (47,7%). Desde el punto del sistema del colegio electoral, Trump hasta ahora tiene 295 votos electorales, comparado con 226 de Harris -se necesitan 270 votos para ganar-. Valga decir que aún falta que Arizona y Nevada terminen de contabilizar todos los votos.
La pregunta que me hacen a cada instante los clientes que no viven en EE.UU. es la siguiente: “Pero ¿Cómo puede ser posible que haya ganado la elección un racista como Trump?” Mi respuesta inicial es la siguiente: “Es que no ganó Trump, sino que perdió el radicalismo woke y la empatía suicida. Por ejemplo, la gente del común está hasta la coronilla de que el Partido Demócrata se niegue a decir que una mujer es una mujer para evitar ‘ofender’ a la comunidad trans”. Pero prefiero darle la palabra el gran pensador contemporáneo Konstantin Kisin, quien nos regaló una explicación mucho más certera a esta pregunta para lo que los seguimos por X.
Según Kisin, Trump ganó por las siguientes razones: “(1) EE.UU. es una nación de personas que conquistaron un continente. Aman la fuerza. Aman ganar. Cualquier líder que apela a eso tiene una ventaja automática. (2) A diferencia de los europeos, los estadounidenses no creen en el “Net Zero”. Creen en producir su propia energía y hacerla lo más barata posible. (3) A diferencia de la gran mayoría del mundo, los estadounidenses no creen en el socialismo. Creen en la meritocracia. No les importa que los súper ricos sean súper ricos porque saben que viven en un país donde ser súper rico está al alcance de cualquiera que tenga el talento y la determinación para triunfar.
No resienten el éxito, lo celebran. (4) Así no lo crean, los estadounidenses son las personas más pro-inmigración del mundo. A los estadounidenses les encantan las historias de éxito de los inmigrantes. Quieren que más inmigrantes talentosos vengan a EE.UU., pero se niegan a aceptar a personas que vienen ilegalmente. (5) Los estadounidenses son sensibles a las cuestiones raciales y a la historia imperfecta del país. Creen que a quienes están en desventaja por las circunstancias de su nacimiento, se les debe dar la oportunidad de triunfar. Sin embargo, lo que rechazan es la idea de que para corregir los errores del pasado se deben cometer nuevos errores. Como crear sistemas que buscan igualar a la gente por lo bajo. (6) La gran mayoría de los estadounidenses son filosefardistas.
El 7 de octubre y la reacción de la izquierda pro-Hamas los impactaron porque, entre otras cosas, recuerdan cómo fue el 11 de septiembre y saben reconocer la yihad cuando la ven. (7) Los estadounidenses son pragmáticos. Se preocupan por lo que funciona, no por lo que suena bien. En Europa, producimos grandes escritores e intelectuales. En Estados Unidos se producen (y atraen) grandes ingenieros, empresarios e inversores. (8) Los estadounidenses son personas profundamente optimistas. Odian la negatividad. La visión progresista de la historia estadounidense como una serie de males por los que deben disculparse eternamente les resulta absolutamente detestable. (9) EE.UU. es un país cuya historia fundacional es la de la resistencia a los excesos del gobierno. Detestan las restricciones, las regulaciones y el control innecesarios. Entienden que la libertad tiene un precio: la autosuficiencia, y lo pagan con gusto”.
Cuando Trump ganó en 2016 le dije a Darío Arizmendi en Caracol Radio esa mañana del miércoles 9 de noviembre desde un hotel en Nueva York que la presidencia de Donald Trump iba a ser un verdadero desastre geopolítico, económico, y social. Me tocó comerme todas mis palabras. Trump es un proteccionista y un nacionalista innato y yo soy un libertario pro libre mercado. Hoy, nos une la defensa irrestricta de los valores occidentales. Por el bien del mundo, ojalá le vaya bien al presidente Trump en su segundo mandato. Y si el Partido Demócrata quiere volver al poder, más le vale que asimile el mensaje que le acaban de enviar los votantes.