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Se vino el día. Dios mediante el miércoles en la mañana ya sabremos quien será el nuevo presidente de EE.UU., pero hay que decir que las probabilidades de que NO sepamos quien ganó la contienda hasta pasadas algunas semanas no es trivial, porque la cosa sigue muy pero muy reñida. Ojalá eso no suceda, porque el ambiente político en EE.UU. ya de por sí está muy caldeado y una incertidumbre adicional sobre los resultados incrementaría los riesgos de que se afectara la paz social y la velocidad del crecimiento de la economía global. En este momento, las apuestas están pronosticando que el expresidente Trump tiene mayores probabilidades de ganar la elección. Según PredictIt, el contrato de Trump vale 55 centavos y el de Harris vale 49 centavos. Según Polymarket, otro sistema donde se puede apostar sobre el resultado de la elección, el contrato de Trump vale 61,6 y el de Harris vale 38,5. En Kalshi, otro mercado de apuestas, el contrato de Trump vale 58 centavos y el de Harris 43.
Enfocándose en las encuestas, la consultora RealClearPolitics, quizás la consultora estadística/política más respetada de EE.UU. publica hoy que el compendio de las encuestas con alta reputación de EE.UU. está dando que hoy (viernes, cuando escribo esta columna) el expresidente Trump tiene el apoyo de 48,4% de la población mientras que Harris tiene el apoyo de 48,1% del electorado. Pero acá un punto muy relevante sobre el que toca hacer ahínco: por la forma como se elige el presidente de EE.UU. es muy difícil que el Partido Demócrata gane las elecciones a menos de que gane el voto popular. Bajo los lineamientos del famoso “Electoral College”, el sistema que decide quién será el líder de la nación, el presidente de EE.UU. se elige basándose en el resultado de 50 elecciones diferentes. Cada estado de la unión tiene su propia elección, y la decisión de quién gana las elecciones es función de la sumatoria de los puntos electorales --y el triunfador es el candidato que supere los 270 puntos electorales.
Ahora, según RealClearPolitics, cuando Trump le ganó a Hillary Clinton en 2016, hasta el día de las elecciones, Clinton le estaba ganando a Trump en las encuestas nacionales por 1,8%. Cuando Trump perdió con Biden en 2020, Biden le estaba ganando a Trump en las encuestas nacionales por 7,2%. Pero, como argumenté antes, en esta ocasión Trump le está ganando en las encuestas nacionales a Harris por 0,3% (48.4% para Trump y 48,1% para Harris). Claramente, este es un problema bastante relevante para la campaña demócrata.
El jueves antepasado le di una charla a un grupo de inversionistas institucionales en Washington. Un gran inversionista y amigo me preguntó sin tapujos después de la conferencia: “Alberto, ya, sin escenarios de X o Y, quien ganará las elecciones?” Le contesté lo siguiente: “La elección se va a decidir en Pennsylvania, y Harris va a perder ese estado por su posición anti fracking, anti-petróleo”. Les explico: en un debate en 2019 Harris le contestó lo siguiente al moderador: “Que no quede duda alguna, yo voy a PROHIBIR el fracking, porque yo quiero que mis sobrinas hereden un mundo donde se pueda respirar”. Hace dos meses la Vicepresidente de la nación contestó lo siguiente ante la misma pregunta: “No, no voy a prohibir el fracking porque el fracking es parte del proceso de avanzar en la transición energética”. ¿Por qué cambió de opinión? Muy sencillo: porque 5% de la fuerza laboral de Pennsylvania trabaja en la industria petrolera. Unas 120.000 almas. ¿Si usted trabajara en esa industria en Pennsylvania, por quién votaría? ¿Por el “loco anaranjado”, o por la persona que le puede quitar su sustento? Amanecerá y veremos...