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Analistas 02/11/2019

Cómo manejar las emociones

Aldo Civico
Antropólogo y estratega de liderazgo
Analista LR

A menudo, los ejecutivos me preguntan cómo manejar las emociones; sobre todo, como no volverse rehenes de las emociones que solemos definir como negativas, tal como la frustración, la ansiedad, la rabia, la tristeza, el miedo. Es una pregunta importante. De hecho, las emociones son la gasolina de nuestra vida, y la calidad de nuestras emociones define la calidad de nuestra vida. Es más, la calidad de las emociones determina la calidad de nuestros rendimientos y de nuestros resultados.

Además, nuestra relación con las emociones es complicada por el hecho de que tenemos alrededor de ellas algunos mitos. La educación y la cultura muchas veces nos condicionan a que no podamos expresar las emociones. Es algo, por ejemplo, que los hombres aprenden desde niños, cuando los papas los regañan si lloran, porque los hombres no lloran. Entonces, es desde los primeros años de nuestra vida que nos desconectamos de nuestras emociones, y por ende de nuestro cuerpo, que es el lugar donde éstas residen. Es desde la infancia que fomentamos una fragmentación entre la racionalidad y nuestro cuerpo. La religión no ayuda, dado que transforma al cuerpo con sus sensaciones en un enemigo. Por eso, una relación sana con las emociones nace del recomponer la unidad entre mente y cuerpo, reconociendo su íntima interdependencia. Estoy convencido de que un líder inteligente y eficaz hoy es también aquel que re-integra al cuerpo, con su inteligencia, en sus prácticas y hasta en sus análisis.

También existe el mito de que las emociones nos llegan sin que nosotros podamos elegir cuáles emociones queremos sentir para fomentar un alto rendimiento. Muchas veces creemos que las emociones son irracionales. Debido a estas convicciones convertimos a las emociones en nuestras enemigas. Por eso, muchas veces reprimimos nuestras emociones y vivimos negándolas. Muchas veces evitamos expresar lo que sentimos, pretendiendo, o sea, mintiéndonos a nosotros mismos y a los demás.

En cambio, ¿qué pasaría si lográramos volvernos amigos de nuestras emociones? ¿Qué pasaría si las emociones se volverían nuestras aliadas? En mi experiencia, fueron los caballos los maestros que me ayudaron a transformar mi relación con las emociones. Siendo animales presa, son dotados de la habilidad de sentir en cada momento si hay una amenaza inminente para su vida, o si pueden seguir pastando. Es a través de las sensaciones corpóreas que los caballos procesan esta información todo el tiempo.

Por eso, las emociones para los caballos no son nada más que datos e información que procesan cada segundo ¿Qué tal entonces si empezamos a vivir las emociones no como una experiencia o una condición de vida, sino como información y como portadoras de mensajes importantes que nos colaboran para tomar mejores decisiones y para tener más claridad? De esta manera, en lugar de ofuscarnos, las emociones nos iluminarían. Si vemos a las emociones como mera información, podríamos acceder a su inteligencia y sabiduría.

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