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Sin jugadores no hay juego, se dice en el deporte. En el mundo de los negocios podríamos decir que sin equipos de alto rendimiento no hay empresa exitosa. Vale entonces la pena explorar cinco elementos claves para lograr un equipo de alto rendimiento.
Lo primero es tener claridad de propósito. De hecho, para lograr el alto rendimiento no es suficiente saber lo que se quiere lograr, o sea unos objetivos claros y medibles, es fundamental tener un propósito superior, lo que muchas veces me gusta llamar “un sueño imposible”. El sueño imposible es la contribución que alguien quiere dar al mundo; es la huella profunda y positiva que se quiere dejar en la humanidad. Segundo, para el alto rendimiento es también necesario tener objetivos muy ambiciosos.
De hecho, el alto rendimiento es el producto de un equilibrio entre estrés y descanso. Estoy hablando del estrés positivo, conocido muchas veces como «eustress». Se logra este estrés positivo cada vez que un objetivo o un proyecto nos exige ir más allá del límite de resistencia. Por lo tanto, necesitamos ponernos objetivos ambiciosos que nos exijan dejarlo todo en la cancha.
Lo tercero es alimentar la confianza y el respeto entre los miembros de un equipo porque afirman la seguridad emocional; el ingrediente fundamental para la alta productividad. De hecho, cuando prevalece el miedo, no hay las condiciones para llegar a un alto rendimiento.
Por el contrario, cuando hay confianza y respeto, los miembros de un equipo se sienten libres de aportar, opinar, y hasta de disentir. Lo que motiva a un equipo es realizar el propósito y lograr los objetivos. Cuarto, los equipos de alto rendimiento están marcados por una colaboración generativa permanente. Sin esta colaboración no hay innovación y no hay éxito. En un equipo de alto rendimiento hay diversidad de talentos, claridad de roles y responsabilidades, y hay cooperación.
La colaboración generativa es lo opuesto de una mentalidad de silo con relaciones verticales. De hecho, cuando hay colaboración generativa, cada elemento de un equipo o de una organización se siente parte de un todo que lo comprende y trasciende.
Finalmente, en los equipos de alto rendimiento hay una comunicación que es abierta y permanente. Por ende, el conflicto no es percibido como un problema sino más bien como una oportunidad para crear, innovar, y mejorar. Eso es posible cuando el respeto entre los miembros de un equipo se expresa también con una actitud de escucha sincera, curiosa, abierta; el punto de vista del otro es interpretado como un aporte importante.
En fin, vivimos en un mundo complejo y ambiguo, donde prácticas y experiencias del pasado no necesariamente nos iluminan sobre las decisiones que debemos tomar para el futuro. Por eso, en la era de la incertidumbre, las organizaciones tienen que desarrollar la capacidad de crear equipos de alto rendimiento. Cómo me dijo un cliente en estos días, “Hoy pierden quienes reaccionan, y ganan quienes anticipan”.