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La transformación digital no es solo un asunto de inversión en tecnología. Más bien, se trata de un momento de maduración que afecta a todos los aspectos y las relaciones de una empresa. No entender cómo adaptarse puede conducir al fracaso y a la extinción. El visionario Thomas Siebel destaca que un gerente visionario es fundamental para una transformación digital exitosa, pero toda la organización debe trabajar hacia un cambio total. Por eso, la estrategia para la transformación digital tiene que estar necesariamente acompañada por una estrategia de liderazgo y de cultura organizacional.
He estado acompañando a varias empresas que hicieron de la transformación digital la piedra angular de su negocio. He podido observar los desafíos y las oportunidades que esto conlleva. Cuando no está acompañada por una transformación cultural, la transformación digital es un concepto que es más fácil de vender que de implementar. De hecho, aun si la tecnología tiene un lugar primario en la transformación digital, quienes la lideran son humanos, y por eso la mentalidad y la cultura son fundamentales. Un informe del Boston Consulting Group destaca que la proporción de empresas que reportaron avances, o un desempeño financiero sólido, fue cinco veces mayor (90%) entre aquellas que se enfocaron en la cultura que entre las que la descuidaron (17%).
Además, casi 80% de las empresas que se centraron en la cultura mantuvieron un desempeño sólido o revolucionario. Ninguna de las empresas que descuidó centrarse en la cultura logró tal desempeño. Quiero entonces destacar tres desafíos que las empresas tienen que superar para lograr una transformación digital exitosa.
El primer gran obstáculo es mantener prácticas que son propias de una mentalidad de silos. Por ende, falta flexibilidad y horizontalidad. Más que colaborar entre ellos, las distintas partes de una organización compiten entre sí. Por el contrario, la transformación digital necesita altos niveles de confianza, colaboración y transparencia. Cuando la información no es compartida y se guarda celosamente, se impide la transformación. De hecho, las tecnologías emergentes presuponen la democratización de la información y una comunicación permanente y simultánea. El segundo obstáculo es una organización que sigue manteniendo una estructura vertical, con procesos en la toma de decisión lentos y rígidos, en lugar de alimentar la experimentación y el riesgo.
Son fundamentales los procesos de retroalimentación y reiteración continua. Se necesitan organizaciones que aprendan de manera permanente. Finalmente, otro peligro es seguir enfocándose en procesos internos de la organización, en lugar de mirar hacia afuera y reconocer que el mercado estará cada vez más determinado por la experiencia de los consumidores. Es por eso que una cultura organizacional tiene que asumir que el mundo de los negocios digitales será cada vez más un lugar turbulento e implacable.