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Analistas 25/10/2022

El costo Colombia

Alejandro Vera Sandoval
Vicepresidente técnico de Asobancaria

Las exportaciones colombianas crecieron 55% anual al corte de agosto de 2022, llegando a US$55.429 millones en el último año. Sin embargo, sigue preocupando su elevada concentración pues las de combustibles y productos extractivos representan hasta el 55% del total, que sube a 70% si se incluye el café y el oro, y las de manufactura y agricultura, el restante 30%.

Pese a haber firmado más de 15 TLCs en las últimas dos décadas, nuestra competitividad externa se basa aún en productos que hemos exportado toda la vida (café o flores) o en combustibles y productos extractivos que tienen una demanda inelástica y un precio elevado por razones de geopolítica y economía internacional.

Por destinos, Estados Unidos se mantiene como nuestro principal socio comercial, lejos del resto, con 26% de las exportaciones dirigidas hacia allá. El resto de los países del continente americano todos sumados responden por 25% y lo que enviamos a Europa y China-India sumado es solo el 22% del total.

Con este panorama, en los próximos meses, a medida que el consumo privado empiece su necesaria desaceleración, las exportaciones aparecerán como una de las principales fuentes de crecimiento para 2023 y los años siguientes. En este caso, la reapertura del mercado venezolano y los altos precios de los commodities que exportamos serán de gran ayuda en el corto plazo. Pero, para solucionar la concentración estructural de las ventas externas y que estas crezcan en el mediano plazo, tendremos que avanzar en la reducción del llamado “costo Colombia”.

El costo Colombia es uno de los limitantes a la competitividad internacional de nuestros productos diferentes a commodities y evita que lleguemos con mayores volúmenes a destinos diferentes a Estados Unidos y nuestros vecinos. Ese costo hoy es la suma de altos costos de transporte y logísticos, presiones de costos energéticos y altos costos laborales.

Para trabajar en su reducción tenemos que persistir en soluciones que arrancaron a implementarse en los gobiernos de las últimas dos décadas. En el caso del transporte y la logística, se requiere, por ejemplo, profundizar en grandes proyectos de infraestructura, usando el Plan de Transporte Intermodal expedido algunos años, construir y mantener vías terciarias, y avanzar en materia logística en puertos y aeropuertos, potenciando la digitalización y agilizando el manejo de mercancías en las diferentes entidades (aduanas, policía, entre otras). Además, son necesarias políticas e incentivos que contengan los costos energéticos para la industria.

Y en el caso de los costos laborales, es fundamental flexibilizar los costos que las empresas enfrentan para generar incentivos hacia la formalización. Esto deberá sumarse a una política pública de capacitación técnica de los trabajadores (usando, por ejemplo, el Sena) para que las habilidades aprendidas sean las que empresas exportadoras necesitan y estas puedan pagar buenos salarios, pero por trabajadores que les generen valor agregado, y no solo asumir costos sin generación de valor, por motivos regulatorios.

Posicionar las exportaciones como una de las fuentes de crecimiento de los próximos años requerirá de seguir avanzando en habilitadores que genere la política pública para “nivelar la cancha de juego” para que el sector privado pueda incrementar su actividad productiva y lograr diversificación exportadora.

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