MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
El país enfrenta un periodo bastante retador. Luego de las necesarias acciones de ajuste macroeconómico, por ejemplo para contener la creciente inflación, Colombia cierra este ciclo económico, 2020 - 2023, con una proyección de crecimiento que empieza a converger cerca de 1% real, según los analistas y el Banco de la República.
El fin de los estímulos fiscal y monetario, que se dieron en medio de la pandemia amplificando el consumo privado y elevando los precios más allá de las metas del Emisor, ha llevado a una desaceleración de la dinámica económica en 2023. Ahora, es muy importante empezar a pensar en cómo regresar a crecimientos de 3,5%a 4% en 2024 y los años siguientes.
Por ello, muy pronto entrará en la discusión económica el tema de un necesario conjunto de políticas contracíclicas que combine esfuerzos del sector público y el sector privado, muy parecido a lo que en la Administración Santos se conoció como Pipe (Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo). A continuación, menciono tres ideas que podrían incluirse sin afectar la tarea anti-inflacionaria.
En primer lugar, para el mediano plazo es necesario profundizar la inversión en infraestructura. Terminar el plan de concesiones 4G, avanzar en la siguiente generación (5G), hacerle mantenimiento a las vías ya entregadas (evitando, por ejemplo, el abandono en que se encuentra la Ruta del Sol), y usar más recursos para mejorar las vías secundarias y terciarias son acciones necesarias (aunque no suficientes) para reducir los costos de transporte y propender por elevar la productividad y diversificar nuestra canasta exportadora, elementos que elevarían el crecimiento de mediano plazo del país.
En segundo lugar, ya un poco más de corto plazo, se hace fundamental mantener el diseño de herramientas que eleven la irrigación de crédito. Un paso importante fue el recientemente lanzado programa Creo para financiar la economía popular, habilitando instrumentos de los bancos de redescuento y el Fondo Nacional de Garantías. Esto debe profundizarse a otros sectores empresariales, elevando la oferta de garantías y de líneas de redescuento a través de Bancoldex, Finagro y Findeter, que deberían ser aprovechadas por la industria financiera privada en la colocación de nuevos créditos para proyectos productivos que dinamicen la actividad económica en los próximos trimestres.
Finalmente, en el muy corto plazo, no se puede olvidar el efecto que tiene la política de vivienda en el crecimiento y el empleo. Por ello, luce fundamental mantener programas y recursos (haciendo uso de la adición presupuestal que viene) en ejercicios de articulación público - privada como los que se han implementado en los últimos ocho años en el sector, a través de programas de subsidios como Mi Casa Ya. La focalización de estos programas es un objetivo loable, pero debe articularse, como empieza a hacerse, con exitosas estrategias de años anteriores, que elevaron el número de hogares con vivienda y mantuvieron dinámico el sector, algo fundamental en la actual coyuntura de desaceleración.
Un esfuerzo contracíclico se vuelve imperativo a medida que la desaceleración afecta el ingreso del sector productivo y de los hogares, algo que será evidente en algunos meses. Para ello, estrategias que combinen el diseño de política con instrumentos públicos y articulación con el sector privado, son ideas en la dirección correcta.