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Analistas 10/05/2022

Impulsor del crecimiento

Alejandro Vera Sandoval
Vicepresidente técnico de Asobancaria

El consumo privado ha sido el responsable de la recuperación económica de 2021 y 2022, luego de los confinamientos que lastraron la economía en el año 2020. El crecimiento económico de 10,6% del año pasado y los buenos resultados reportados para los primeros dos meses de éste han sido consecuencia de un buen comportamiento del consumo de los hogares, que representa cerca de 72% de la economía, y el año pasado creció hasta 14,1% real. Esta dinámica del consumo permitió los buenos resultados del sector comercio, creciendo a 21% en 2021, y del sector manufacturero (16,4%), impulsado por los subsectores que venden sus productos en el mercado interno.

Dentro de las razones de este buen desempeño del consumo privado sobresalen: los subsidios gubernamentales, que llegaron en 2020 a apoyar a hogares y empresas afectadas por los confinamientos; el ahorro de los que no perdieron sus ingresos, pero si redujeron sus gastos en una economía que estuvo cerrada varios meses; y las buenas condiciones financieras que impulsaron el crédito a tasas históricamente bajas.

En materia financiera, el saldo del crédito de consumo creció a 6,7% real anual a diciembre de 2021. Esto fue consecuencia de unos desembolsos en dicha modalidad, que se incrementaron a 31% real en todo el año anterior, donde los de tarjetas de crédito crecieron a 20%, beneficiando en este caso a cerca de 8 millones de personas que usan activamente este producto. El crédito de consumo ya representa 15% del PIB y es uno de los que mayor nivel de crecimiento ha tenido en la última década, convirtiéndonos en un referente para América Latina, donde el crédito de consumo promedio es inferior al caso colombiano (12% del PIB en la Alianza del Pacífico más Brasil). No obstante, en el futuro, la situación del consumo privado tenderá a moderarse. Además de la reducción del ahorro de las personas y empresas y de unos niveles de endeudamiento de los hogares que empiezan a estar en valores que deben monitorearse con cuidado, sin duda la inflación de más del 9% ha sido y será un gran golpe para el consumo, sobretodo de los hogares de más bajos ingresos.

Este rebrote inflacionario, no visto desde hace dos décadas, implicará que el Banco de la República deba mantener un poco más su ciclo alcista de tasas de interés, para poder moderar los excesos de demanda, acercándola a una oferta restringida por los fuertes costos derivados de condiciones externas. Esto significará un encarecimiento del crédito que, si bien es inevitable, traerá consigo una moderación en la expansión crediticia, hacia tasas de crecimiento más cercanas al 4% real.

Por ello, si bien el consumo ha sido el gran impulsor del crecimiento reciente, cederá pronto la posta y el más indicado para tomarla deberá ser la inversión. Dicha inversión deberá enfocarse en los proyectos del sector construcción, en los que nos permitan una ordenada transición energética, en las obras civiles de infraestructura y en el gasto en tecnología de las empresas; elementos que a su vez harían que la economía mantuviera adecuados ritmos de crecimiento.

La buena noticia es que, si esto sucede, la inversión cumpliría el doble rol de sostener la dinámica de corto plazo y apalancar el crecimiento de la próxima década a niveles que deberían estar por encima de 4% real para lograr recuperar los avances sociales que se esfumaron con la pandemia.

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