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La economía colombiana creció a 8,5% real en el primer trimestre de 2022, una excelente noticia económica para el país. Aunque se ha dado un debate sobre si esto es puro rebote estadístico, pues hace un año la economía crecía apenas al 1%, la verdad es que, aunque hay algo de ello, una gran parte del buen desempeño económico se deriva de la fortaleza del consumo interno que ha tenido una tendencia creciente en los últimos meses.
Por el lado de la demanda, las cifras del primer trimestre muestran esa fortaleza del consumo que creció a 12,2%, y al ser el sector más representativo (72% del total de la economía) contribuyó con gran parte del crecimiento total. Este fue acompañado por el crecimiento de la inversión (19,7%) y de las exportaciones (16,8%). Las importaciones también mostraron una importante expansión (38,9%), apalancadas en la dinámica del consumo y la inversión.
Sectorialmente, este buen desempeño del consumo explica por qué la recreación (36%), y el comercio y la industria, creciendo entre 10% y 15% y representando cerca de 35% de la economía, lideraron la expansión de la economía. Esto incluso sobrecompensó los malos resultados del agro (por condiciones climáticas) y el sector financiero (por el pago de la prima del seguro de Hidroituango).
No obstante, estos registros de crecimiento económico no han venido acompañados de reducciones de la tasa de desempleo más allá de 12%, lo que pone de presente que, si bien la economía se ha reactivado, los problemas de “siempre” que impiden la generación de empleo formal persisten. A esto hay que sumarle una inflación creciente (más de 9%), elevados déficits gemelos e incertidumbre política, que siguen presionando la prima de riesgo del país.
Por ello, aunque este buen crecimiento económico es una condición necesaria, no es suficiente para volver a avanzar en desempeño macro y mayor bienestar social. Para esto se siguen requiriendo reformas, por todos conocidas desde hace varios años, pero de las que dejamos de hablar en Pandemia.
Algunos ejemplos de reformas que sobresalen son: una que abarate la contratación formal y que ajuste el mercado laboral a la realidad del país regional y digital, otras que eleven los ingresos del fisco nacional o reduzcan el gasto público, y otras que eleven nuestro grado de internacionalización, abaratando insumos y donde más que enfocarnos en si importamos mucho o poco, nos concentremos en por qué no logramos exportar más allá de commodities y otros productos muy específicos.
El segundo semestre de este año será clave pues seguramente la reducción de la incertidumbre y las menores presiones de precios ayudarán a solventar parte de los problemas económicos de corto plazo. Sin embargo, en una economía que reducirá su ritmo de crecimiento hacia 4%-5% real en los próximos años, será clave hacer las reformas que guíen el camino de la siguiente década.
Para esto será fundamental que el nuevo gobierno llegue sabiendo que el aparato económico requiere ajustes profundos, pero que no necesariamente implican resetear todo lo logrado.
Al contrario, la propia experiencia colombiana nos ha enseñado que las reformas que introducen cambios graduales dan grandes réditos en el largo plazo. En esta ocasión, debemos es asegurarnos que dichas reformas beneficien a todos los sectores que antes fueron subatendidos.
¡Podemos hacerlo sin dar saltos al vacío!