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Los avances de Colombia en materia de profundización financiera han sido sobresalientes en la última década. La relación del saldo total de créditos de la economía sobre el PIB pasó de 33% en 2010 a 48% en 2021, un incremento promedio de 1,5 puntos por año. Esto significa un acompañamiento importante del sector a los proyectos empresariales y los sueños de las familias.
A nivel empresarial, la cartera comercial + microempresarial pasó de 22% del PIB en 2010 hasta 26% en 2021. Los años 2010-2014 fueron testigos de un crecimiento sobresaliente de este tipo de créditos que se apalancó en la buena dinámica de la economía. Posteriormente, entre 2015 y 2020, este segmento se estabilizó alrededor de 26% del PIB ante la desaceleración producto de la caída de los precios del petróleo y un empeoramiento de los niveles de riesgo en algunos sectores.
Por su parte, la cartera de los hogares (consumo + vivienda) casi se duplicó al pasar del 12% de PIB en 2010 hasta 23% en 2021. En este caso, la cartera de consumo tuvo un excelente desempeño empujada por el crecimiento económico del cuatrienio 2010-2014 y luego por la expansión de la base de clientes, en productos como las tarjetas de crédito, y ante una creciente digitalización. En cuanto al crédito para vivienda, este tuvo una excelente década, casi triplicándose, principalmente por la articulación público-privada que permitió una buena implementación de los subsidios.
No obstante, los retos siguen siendo profundos. Algunos estudios recientes sitúan en 65% del PIB los niveles de cartera óptima, lo que da cuenta de un espacio de al menos otros 15 puntos para profundizar el crédito en la economía. Para ello, se requiere mantener lo ganado hasta ahora y profundizar en varias áreas, logrando de esta forma acompañar al país en una agenda de desarrollo de largo plazo.
Tres ejemplos de posibles áreas de profundización son: por un lado, algunas que presentan rezago frente a nuestros pares regionales lo que evidenciaría su potencial de crecimiento, como el crédito de vivienda, donde Colombia presenta niveles de 8% del PIB que palidecen frente a 30% chileno, o el crédito para Pyme, en el que Colombia tiene niveles de 7% del PIB inferiores a 8% brasileño, a 11% chileno, o a 13% peruano. Y, por otro lado, el crédito rural que sigue siendo inferior relativamente al crédito total del resto de sectores de la economía.
Para avanzar en estas áreas se requiere un trabajo articulado del sector financiero y el sector público para impulsar diferentes tareas. Entre ellas sobresalen, garantizar la sostenibilidad y buen funcionamiento del esquema de subsidios para crédito de vivienda, profundizar la digitalización en la originación de crédito y en procesos operativos como el registro de propiedades, diseñar esquemas de score crediticio con información alternativa, solidificar el esquema de garantías, vía FNG y FAG, elevar la cobertura digital rural y, transversalmente, trabajar en la reducción de la formalización empresarial.
Los avances en profundización financiera han sido sobresalientes, pero aún hoy hay muchos retos en los que trabajar, que requieren de la articulación del sector público, privado y financiero. La buena noticia es que no hay que arrancar de cero, se puede construir sobre lo edificado y usar todas las herramientas financieras para apalancar el crecimiento y la reducción de la pobreza del país.