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Después de muchos años con un rol secundario, en 2024 el agro ha sido el motor de crecimiento de la economía nacional, con un crecimiento de 8,9% al tercer trimestre del año. Finagro, como banca de desarrollo, no solo celebra este hito, sino además demuestra el compromiso con el inicio de una etapa inédita: ya no sembrando sueños, sino recolectando los frutos del trabajo de los campesinos de Colombia, tan olvidados en otras épocas.
Desglosemos nuestros logros. En materia de colocaciones, a noviembre, ya habíamos superamos con creces las metas que nos estableció la Comisión Nacional de Crédito Agropecuario (Cnca), alcanzando una colocación de $35,3 billones, 155% frente a la meta, lo que demuestra el compromiso del sector financiero con el crecimiento del campo colombiano.
Pero como nuestro propósito mayor es democratizar el crédito barato, se ha logrado de manera transversal una mayor inversión en una agricultura resiliente, preocupada por el cambio climático y, por ende, en armonía con el medio ambiente.
Ha habido, entonces, una gran transformación productiva, y gracias al crédito colectivo, hemos avanzado significativamente la producción de alimentos y en la Reforma Agraria que el Gobierno se ha propuesto.
En materia de democratización, la razón de ser de Finagro, también podemos afirmar que hemos superado las expectativas. La colocación de crédito para pequeños productores cumplió la meta establecida en 102%, lo que nos ha permitido tener una cartera de $10,3 billones para este segmento. Adicionalmente, entre enero y noviembre, 70.466 productores accedieron, por primera vez, a un crédito en el marco del Sistema Nacional de Crédito Agropecuario.
Todo esto no hubiera sido imposible de lograr sin el Fondo Agropecuario de Garantías (FAG) y el compromiso del Gobierno Nacional, que ha entendido que el campo sí merecía una gran revolución. El FAG respalda actualmente 1,04 millones de operaciones y facilitó que 93% de los nuevos productores pudieran acceder a financiamiento. Adicionalmente, el Gobierno Nacional destinó más de $546.000 millones en incentivos y subsidios a la tasa, que permitieron materializar estos logros, con enfoques diferenciados para asegurar la inclusión de comunidades afro, indígenas, mujeres, entre otros.
En materia de inversión, entre enero y noviembre se destinaron $9,5 billones entre siembras, capitalización y desarrollos tecnológicos. En temas ambientales, además de avanzar en la implementación de información para fomentar la adopción de prácticas agropecuarias con enfoque ecosistémico, el financiamiento a actividades relacionadas con adopción y mitigación al cambio climático, crecimos 15,6% frente al año anterior. Los recursos a esquemas colectivos aumentaron 62%, y se destinaron $8,98 billones para la producción de alimentos.
Puede que estas cifras para muchos no sean fácilmente digeribles. Pero, lo que sí es inocultable, incontrastable, es que Finagro ha logrado que el campesino colombiano tenga las herramientas financieras oportunas y de fácil acceso para que el campo colombiano contribuya al gran salto que, desde hace mucho tiempo, se venía planteando.
Hoy la gente del campo por fin ha tenido un aliado, un Gobierno, una entidad, como Finagro, que realmente entendió que las épocas de las promesas, de los paños tibios, de las buenas intenciones, eran cosa del pasado. No es un logro individual ni fortuito, es el resultado de una política de gobierno y de unos colaboradores, como los de Finagro, comprometidos con el cambio.