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Los millones de colombianos que hoy hacemos uso intensivo de las telecomunicaciones móviles para informarnos, entretenernos o relacionarnos, podríamos terminar pagando más por nuestros servicios si este sector sigue tan concentrado como se encuentra hoy.
Este parece un escenario fatalista, pero está muy cerca de hacerse realidad si no se realiza un análisis serio de la actual estructura del mercado celular, en especial de los niveles de competencia en que opera, y se toman las decisiones regulatorias que garanticen la viabilidad del sector.
Desde el año 2007, Telefónica ha advertido sobre los altos niveles de concentración del mercado de las telecomunicaciones en Colombia y la manera como esta situación impacta cada día el bolsillo de millones de usuarios.
Un estudio elaborado por Fedesarrollo determinó que la falta de competencia en los servicios de telefonía móvil ha causado una pérdida de bienestar equivalente al 0,82% del PIB (2013), es decir que los colombianos han desembolsado cerca de $6 billones ‘de más’ debido a esta situación.
A este escenario hay que agregar los $2 billones que los colombianos -que usan los servicios de datos móviles- han pagado ‘de más’ por la falta de competencia en el servicio de internet móvil. El tamaño de estas cifras habla por sí solo del volumen de la falla de mercado que enfrenta el sector de las telecomunicaciones.
En su momento, el regulador intervino a la baja los cargos de acceso, impuso la portabilidad numérica y ordenó el desbloqueo de los terminales, medidas todas que fueron insuficientes para resolver el problema. Entonces, estableció los cargos de acceso asimétricos que han demostrado un mayor impacto, pero que requieren de más tiempo para lograr los efectos deseados, así como es necesario que se adopten medidas para prevenir la concentración.
Mientras el operador dominante continúa sosteniendo que la mejor muestra de la competencia son los precios a la baja en los servicios móviles, el mismo mercado se ha encargado de demostrar lo contrario: su concentración en voz móvil -por usuarios- aún supera el 48%, mientras que en datos móviles ya llega al 59%. Visto desde la óptica de los ingresos, el operador dominante reúne el 59,1% del servicio de voz y el 55,8% de datos. Esta concentración de mercado hace que los colombianos paguemos más por los servicios de datos. Como lo reitero Fedesarrollo, a mayor concentración de mercado, menor competencia y mayores precios.
Lo anterior da al menos para preocuparse, más aún si se tiene en cuenta que solo en Estados Unidos las autoridades señalan que no hay suficiente competencia, cuando un solo operador tiene el 38% del mercado.
Esta problemática en los servicios móviles también se encuentra reflejada en la voz y el internet fijo que están ampliamente concentrados en las grandes ciudades, mientras que los municipios apartados aún no disfrutan de los efectos multiplicadores de la inversión que el operador dominante tanto se atribuye. En este punto hay que resaltar que durante los últimos tres años Telefónica ha destinado el 22% de sus ingresos a inversión productiva, una cifra que en el operador dominante asciende al 20%.
Pareciera entonces ahora impreciso destacar al operador dominante como el agente que mayores contribuciones realiza en beneficio del sector, dado que en función de su tamaño sus esfuerzos lucen, a lo menos, modestos.