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Existen unas claras tendencias demográficas globales, de las cuales Colombia no es ajena, y que marcan diversos cuestionamientos sobre políticas públicas que debemos hacernos.
Fundamentalmente, podrían mencionarse como las más relevantes de esas tendencias: 1) un aumento en la urbanización de los países; 2) un constante crecimiento en la expectativa de vida, especialmente influenciado por mejores prácticas y avances científicos en salud; 3) una menor tasa de nacimientos, por cambios socioculturales y económicos 4) el papel más preponderante de la mujer en el mercado laboral; 5) un intercambio mayor de culturas, en el que la movilidad entre fronteras hará que las históricas monoculturas en muchas áreas del mundo se convierta en una mezcla étnica llena de talentos inexplorados.
Esbozo algunas de las políticas públicas, al menos de las más trascendentales, que se deberían plantear para las próximas décadas para las áreas urbanas:
1. Se hará necesario cada vez una mayor inversión en salud, asociada a la mayor longevidad de la población y su vulnerabilidad frente a enfermedades, especialmente aquellas relacionadas con el decaimiento cerebral y las dificultades cardiovasculares y de órganos vitales. Seguramente veremos aumentos significativos, a raíz de ellos, en el total invertido en infraestructura hospitalaria, medicamentos, citas y cuidados médicos, hospitalizaciones, entre otros costos asociados al sistema de salud. Existe la creencia de que la tecnología podría llevar en algún momento a la regeneración de órganos, una interesante pero costosa innovación. Es necesario comenzar a pensar en un sistema de seguridad social en salud que tenga en cuenta esta tendencia a la longevidad, que asegure sus recursos y que prefiera la inversión desde ya en actividades de promoción y prevención en salud.
2. Menos personas cotizando al sistema de pensiones y más adultos que reciben una pensión de vejez y que lo hacen por más tiempo, sumado a la informalidad laboral que ronda en nuestro país, hacen que la bomba pensional desborde las proyecciones económicas y sobrepase una riesgosa bomba social de pobreza. Habrá que dar un debate sobre los subsidios a quienes no han ahorrado durante su vida para ello.
3. Además de una infraestructura que permita una mejor movilidad física para una población que aumenta su edad, será necesaria la construcción de muchos equipamientos urbanos adecuados para esa población: centros de salud, más espacio público natural, mayores espacios para la cultura y fortalecimiento de la digitalidad como forma de acercar el Estado a los ciudadanos.
4. Mercado laboral: existen dos cambios fundamentales en materia laboral, puesto que, por un lado, habrá menos proporción de personas en edad de trabajar, lo que hará que exista una disputa mundial por mano de obra calificada a la que habrá que remunerar mejor, generando posibles procesos de despoblamiento urbano; y, de otro, una mayor necesidad de profesiones destinadas al cuidado de una población mayor, generando una oportunidad. Además, se hará obligatorio un segundo idioma en un nivel alto, tanto para posibilidades laborales como para interacciones sociales con un mundo sin fronteras.
Los gobernantes nacionales y locales deben comenzar a tomar desde ya las decisiones necesarias para atender esos cambios que parecen irreversibles en las próximas décadas.