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ANALISTAS 28/05/2024

Chorizos embutidos a la carta

Alfredo Sarmiento Narváez

Petro, Leyva, Farc y ELN quieren imponer a la sociedad colombiana una pseudo-constituyente.

La estrategia es un chorizo embutido para reformar la carta constitucional, hecho a punta de gestos y declaraciones que buscan crear la falsa percepción de estar en una “primavera constituyente”, listos a derogar la constitución de 1991 a punta de prédicas populistas de expresiones como reconciliación, paz, justicia social, política de la vida, del amor, de la verdad, de defensa de lo público, del cambio climático.

No demoran en decir, que esa constituyente busca derrotar la corrupción que ellos mismos han convertido en “política de Estado” gestionada en conclaves, como lo declaró el tristemente célebre Olmedo López.

Arrancó Petro hablando de una asamblea nacional constituyente; moduló su propuesta y propuso referendo, inició jornadas de barrio, promovió cabildos abiertos; ya se habla en círculos gubernamentales de asambleas nacionales populares, para recordar la sigla Anapo.

La opinión pública se moviliza, columnistas se pronuncian, la oposición hace declaraciones en contra. Viabilidad real de convocar una constituyente es mínima, si se hace dentro del marco jurídico estipulado al respecto.

Entonces reaparece con sus bríos farianos Álvaro Leyva a decir que no es necesaria una ley para convocar a una constituyente; basta con remitirse al acuerdo de la Habana Colón; un acta refundacional de la vida política colombiana, en la cosmovisión de Leyva. Petro hace eco. Días antes reaparecía Iván Márquez hablando de constituyente.

Colombia no se puede dejar embutir el chorizo de estos hechos

El expresidente Juan Manuel Santos y el senador y ex jefe negociador del acuerdo de Paz, Humberto de la Calle, enhorabuena y de manera clara y contundente, ya hicieron sendas declaraciones públicas en contra del despropósito en que están empeñados Petro y Leyva.

De manera simultánea, el sábado pasado se divulga un documento emanado por la mesa de negociación entre el gobierno y el ELN, llamado con tono reglamentario, Acuerdo # 28, sobre participación de la sociedad civil en el proceso de paz.

El ELN suele manipular el concepto de sociedad civil en sus arengas; para ellos, la sociedad civil representa un grupo de amigos y áulicos que botan corriente y redactan actas que publican con tono imperioso y amenazante.

El documento de marras lleva la rúbrica de los delegados para esa mesa, excepto la del líder gremial José Félix Lafaurie, que en previas columnas hizo explícitas objeciones a esos modelos de participación vinculantes y que reiteradamente ha exigido claridad, por parte de la mesa, ante la insistencia del ELN de continuar con la vil práctica del secuestro.

Colombia no se puede dejar embutir el chorizo de todos estos hechos sucesivos y orquestados; un chorizo que pretende una sociedad claudicante ante la arrogancia de los victimarios; un chorizo que inocula, a cuenta gotas, venenosas dosis de síndrome de Estocolmo, para obligar a ver, con ojos de torpes enamorados, a los victimarios de ayer y de hoy, como héroes y próceres iluminados para refundar la patria, o mejor, para refundirla.

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