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El 3 de febrero: día internacional del abogado. Sinceras felicitaciones, “ fuera de términos” lo sé, a los abogados profesionales del derecho.
Les felicito como ciudadano corriente formado en ingeniería; mis amigos ingenieros y abogados me bromean diciendo que mi sueño es especializarme como ingeniero civil del circuito; no tengo otro camino que reírme con ellos.
Grandes son los retos hoy de los abogados a nivel global y particularmente en una sociedad como la colombiana con un derecho divorciado cada vez más de la justicia y perplejo ante las incertidumbres de la democracia.
Los abogados, cuando inician estudios de derecho sueñan con ser artífices de justicia y honrar a la diosa Temis; graduados y ejerciendo, parecen resignarse a laberintos normativos y procedimentales de donde emanan infinidad de sentencias y pronunciamientos de aparente consistencia legal, pero con no pocos trazos de injusticia.
Formados en instituciones políticas, los abogados parecen también estar sobrepasados ante las crisis asociadas a materializaciones fácticas de la “democracia”, viendo avances de diversos populismos que usan procedimientos democráticos que no se refrendan consecuentemente con actitudes y virtudes democráticas.
Ver a reconocidos abogados en el país, uno con el talante de esas derechas poco diestras y cada vez más quietistas, y otro, funcional a esas izquierdas cada vez más siniestras que lidera la política pública en materia de justicia, coincidiendo los dos en afirmar que el derecho nada tiene que ver con ética ni con moral, detona inquietudes filosóficas y políticas inmediatas.
También emergen estos cuestionamientos cuando la Corte Constitucional, con pocos días de diferencia, primero avala el aborto libre hasta las 24 semanas de gestación y después prohíbe la pesca deportiva porque los peces son seres sintientes; el laberinto de valores es patético.
Sin lugar a dudas, los retos que tienen los abogados a futuro, para garantizar justicia y salvaguardar y mejorar la democracia, ponen de manifiesto la necesidad imperativa, de que la formación de actuales y futuros juristas, retome de manera consciente, consistente y responsable, los grandes debates éticos, políticos, filosóficos y procedimentales asociados al iusnaturalismo y al iuspositivismo.
El iusnaturalismo y el iuspositivismo son temas que han convocado el interés de pensadores desde tiempo remoto: los griegos, Santo Tomás, Hobbes, Roosseau, Hume, Kant, Kelsen.
Temo que los abogados actuales y en proceso de formación, tramitan estas temáticas con excesiva velocidad, pensando que son vetustos, y creando la ilusión de que sus competencias profesionales se reducen a tecnicismos procedimentales y ligeras interpretaciones normativas.
Abogados de Colombia, todo afán es inútil como para ir a las volandas al debate entre iusnaturalismo-iuspositivismo, y toda ilusión un crimen, si creen, con candor, que el derecho es mera técnica procedimental.
Clave el estudio del iusnaturalismo y de iuspositivismo; la ciudadanía necesita claridades. Yo lo pido como ingeniero, que a lo sumo entiende la ley de la gravedad y las leyes de la termodinámica, pero sí muy interesado en la sostenibilidad de la justicia y de la democracia colombiana.