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Para construir más y mejor democracia, categorías de análisis y acción como izquierda y derecha se muestran cada vez más fatigadas y estériles a la hora de ofrecer ideas innovadoras y sostenibles que aporten soluciones económicas, sociales, ambientales, energéticas, alimentarias, culturales, digitales y tecnológicas en beneficio de los países latinoamericanos.
Cuando se buscan narrativas para exacerbar ánimos y ofrecer diagnósticos catastrofistas, soluciones mesiánicas, liderazgos caudillistas y proyectos populistas, izquierda y derecha están a la mano generando pereza en el pensar y facilismo en la acción.
Izquierda y derecha se apropian, de manera sectaria, de nobles propósitos y solo fingen fraternidad entre sus copartidarios.
Con matices, izquierdas pretende hacer suya la igualdad y derechas la libertad.
Ambas quedan mudas, y sin propuestas, al constatar que, a cambio de auténtica libertad creativa y responsable, prospera un libertinaje individualista totalitario que quiere imponer pseudomercados que a todo le asignan precio, hasta el desprecio, y a nada le reconocen valor.
Ambas quedan mudas, y sin propuestas, al constatar que, a cambio de igualdad que allane la digna diversidad, avanza un igualitarismo colectivista totalitario que quiere imponer un estadocentrismo que socava la autonomía a personas y diversas expresiones civiles de la comunidad y la sociedad.
En América Latina, izquierdas combinan estadolatría con mercadofobia y derechas mercadolatría con estadofobia.
Derechas caen en trampa de “apoyar” al capital y la tierra en detrimento del trabajo, izquierdas caen en trampa de “apoyar” al trabajo en detrimento del capital y la tierra.
Ambas son despectivas con el conocimiento; contraponen lo privado a lo público, las izquierdas quieren estatizarlo todo en pro del bien público, y las derechas privatizarlo todo en pro del bien privado.
Ambas prefieren pasivos pagadores de impuestos y no activos contribuyente dispuestos a participar en gestión del interés común.
Las dos incurren en demostraciones supinas de ideologismos y vociferan, de manera instrumental, que sus tesis son avaladas por las “ciencias” o “leyes naturales”. Ambas suelen apelar al chauvismo nacionalista.
Izquierdas, cada vez más siniestras, quieren cambiar todo a como dé lugar porque predican que todo está mal. Derechas, cada vez menos diestras y cada vez más quietistas, resisten cualquier cambio por predicar que todo funciona de maravilla.
En Colombia, ni izquierdas ni derechas en sus expresiones radicales, pueden sustraerse de sus enormes responsabilidades en materia de violencia y corrupción. Ninguna puede autoafirmarse, sin sonrojarse, como buena, bella, inteligente y honesta y calificar a la otra de mala, fea, bruta y corrupta.
Para superar el corcho en remolino que imponen izquierdas y derechas es menester acordar 1) el bien común como horizonte, 2) la dignidad de la persona como principio, 3) la autonomía y la sostenibilidad como garantías, 4) el mercado, el Estado y la economía social como medios , 5) la solidaridad como ética. 6) la vida como estética y 7) más y mejor democracia como el camino.
Feliz navidad y próspero 2024. El 2024 es año para movilizarse y no para quedarse petrificados.