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Analistas 21/09/2023

Solidaridad: caridad, justicia y liberación

Afirmar que la solidaridad y el acto de solidarizarse, más que deber, son derechos, es giro lingüístico con implicaciones éticas, pedagógicas, psicosociales y políticas.

Asumir que solidarizarse no es pesado, obligado y aburrido deber que se cumple a regañadientes, y sí derecho que se ejerce de manera autónoma, responsable, gozosa y placentera, genera novedosa matriz motivacional para avanzar hacia una cultura de solidaridad.

La caridad, la justicia y la liberación, son momentos particulares de la solidaridad.

Entre mejores indicadores económicos y sociales en una comunidad, menos necesario se hace el momento caridad de la solidaridad.

Entre mayor grado de dignidad para las personas haya en una comunidad, más oportunidades para propiciar la solidaridad como liberación.

La Justicia, como momento de la solidaridad, contribuye a dar pasos estructurales en lograr sostenibilidad económica, social, ambiental, energética, alimentaria, tecnológica y democrática.

La solidaridad trasciende y supera la comodidad y arrogancia de ese dicho que reza así: “no hay que dar pescado, sino enseñar a pescar”.

Hay circunstancias apremiantes que exigen acciones inmediatas, paliativas, subsidios temporales y focalizados, logística de asistencia; circunstancias donde la solidaridad y el acto de solidarizarse se traducen en dar el pescado; es el momento caridad de la solidaridad.

El momento justicia de la solidaridad ayuda a pensar y actuar en términos que permitan a una comunidad lograr indicadores de equidad y digna diversidad; introduce desarrollos institucionales de justicia contributiva, define roles al Estado y a la sociedad civil con sus gremios, sindicatos, iglesias, instituciones educativas y diversas formas de asociación empresarial, para que, a tono con el principio de subsidiariedad (nada que ver con subsidios ni temporales y menos eternos), sumen esfuerzos en la gestión del bien común. Distribuir con equidad el pescado, es el momento justicia de la solidaridad.

La solidaridad como experiencia de liberación remite a la actitud, hábitos y destrezas emocionales y sociales que tienen los miembros de una comunidad para tratarse unos a otros en mutuo homenaje y permanente dignificación; en estos ambientes, la clave no radica tanto en quien se arroga el derecho de enseñar a otros, tanto como en la disposición de unos y otros por aprender juntos a encontrar mutuo sentido y comunión para alcanzar propósitos de bien común; dicho de otra manera, aprender a pescar con otros, siempre será el momento de solidaridad que produce mayor liberación a los miembros de una comunidad.

En los momentos caridad, justicia y liberación de la solidaridad es menester trabajar al mismo tiempo dos tipos de generosidad a saber: la generosidad de dar sin sentirse más ni superior y la generosidad de recibir sin sentirse menos ni inferior.

La solidaridad y el acto de solidarizarse como derecho, nada tienen que ver ni con el supremacismos ni con el resentimientos.

La solidaridad y el acto de solidarizarse, como derecho, es despliegue de amor, experiencia consciente y responsable de energía erótica , que prioriza la vida sobre la muerte - el tánatos -, arte de lo filial, vocación por el ágape.

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