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El año anterior terminó lleno de sorpresas y desagravios en materia económica a causa de la pandemia desencadenada por el Covid-19. Por un lado, las principales economías del mundo registraron sus contracciones más pronunciadas en un siglo, con caídas del orden de -10% para Inglaterra; -3,5% para Estados Unidos; y la primera recesión económica en Australia tras tres décadas de crecimiento continuo. Colombia no fue ajena a esta realidad: un decrecimiento de -6,8% es la caída más pronunciada desde que se registran estas estadísticas. Sin embargo, hay excepciones notables. Especial interés merece el caso de China, país que no solo logró contener el virus más prontamente que el resto del mundo, sino que consiguió sortear los peores efectos de la pandemia en su economía, logrando una tasa de crecimiento de 2,3% para 2020.
Tras caídas tan pronunciadas en la actividad económica, lo más probable es que se dé un rebote en las tasas de crecimiento. Esta situación debería presentarse este año a nivel global, dinámica que se verá fortalecida por las expectativas de mejora de productores y consumidores por cuenta de la vacunación masiva en curso en todo el mundo. No obstante, sigue habiendo nubarrones en el horizonte económico, principalmente por los efectos que podría tener en el desenlace de la pandemia la aparición de nuevas cepas del virus para las que las vacunas podrían resultar menos efectivas.
En la medida en que se tenga más certeza de estas eventualidades, los actores económicos ajustarían sus expectativas y, desafortunadamente, la economía podría debilitarse de nuevo. Peor aún, no se descartan nuevas cuarentenas y medidas restrictivas que afectarían las tasas de reactivación económica en mayor o menor medida, según el país. Los confinamientos en Colombia durante 2020 impactaron muy fuertemente sectores como la construcción, el comercio, las actividades artísticas y la industria manufacturera, entre otras, pero las caídas en las expectativas de los consumidores podrían verse reflejadas en contracciones de sectores que hasta ahora no han sido tan gravemente afectados.
Para evitar un escenario de disminución en la actividad económica, será necesario tomar medidas de impulso en la economía por parte del Banco de la República. Es imprescindible que el banco central mantenga baja su tasa de intervención en los niveles actuales, a los que avanzó de manera eficaz. Con ello se favoreció el financiamiento de los hogares y se les dio un respiro a las deudas empresariales y del sector público. Otro frente en el que se debe poner mucho énfasis este año es en el control de la inflación. 2020 cerró con una de las tasas de inflación más bajas del pasado reciente colombiano, reflejo de la difícil situación de muchos hogares en el país que se vieron forzados a postergar decisiones de consumo, pero sería un error subir tasas prematuramente ante indicios de aumentos de la inflación.
Pero el asunto más crucial para la economía colombiana de 2021 será el déficit fiscal. La calidad de la cartera, tanto de consumo como la empresarial, muestra signos de debilidad después de cerca de un año de estrés financiero. Más apremiante aún es la salud de la deuda pública. El Gobierno ha gastado onerosos recursos para sortear las dificultades de los más necesitados durante la crisis sanitaria y acaba de acudir a un préstamo del FMI, un recurso al que el país no acudía desde la crisis del UPAC de finales de los noventa. Se avecina una reforma tributaria que tendrá mucha oposición el Congreso, que en principio se ve necesaria para cubrir las obligaciones adquiridas y de cara a las calificadoras de riesgo, pero cuyo impacto real en términos de generación de empleo no es claro. Y la generación de empleo debe ser el foco de la recuperación. Para ello se debe priorizar la eficiencia del gasto de los recursos de deuda y de la posible enajenación de activos del estado, invirtiendo decididamente en obras de infraestructura.