Analistas 17/04/2025

¡El gran desafío!

Amylkar D. Acosta M.
Docente de la Universidad Externado de Colombia

Paradójicamente el “Día de la liberación”, como fue que catalogó el presidente Donald Trump el 2 de abril, fue la ocasión propicia para anunciar las más drásticas medidas de protección al mercado interno de los EE.UU. Adujo que “ante la implacable guerra económica que enfrentamos, nuestro país ya no puede continuar con una política de rendición económica unilateral”. Conveniencia y oportunidad de estas medidas tan draconianas.

Procedió, entonces, el presidente Trump a expedir la orden ejecutiva mediante la cual procedió a gravar las importaciones a los EE.UU. con aranceles de un 10% como tarifa general y global, al tiempo que impuso otros denominados “recíprocos” o “equivalentes”, lo que en la práctica no es más que un arancel punitivo, aplicable a aquellos países con los que la balanza comercial es deficitaria o le han establecido barreras al acceso de sus exportaciones, destacándose entre ellos China y Vietnam, que han sido los países que han llevado la peor parte, con gravámenes de 54% y 46%, respectivamente. Según él, con ello se propone cerrar la brecha del desbalance comercial en su contra ¡La cual supera los US$1,3 billones!

Ha sido enfático el presidente Trump al afirmar categóricamente que con esta ofensiva arancelaria, “empezamos a hacer a Estados Unidos rico de nuevo. Durante décadas nuestro país ha sido saqueado y violado. Hace cuatro años no se oía hablar de nuestro país y sus contribuyentes han sido estafados durante más de 50 años, pero no va a suceder más”. Desde luego, es claro que las barreras arancelarias impuestas son un arma de doble filo, ya que, como lo establece la tercera Ley de Newton, toda acción da lugar a una reacción igual y en sentido opuesto, de tal suerte que esta confrontación de los EE.UU. con sus socios comerciales puede conducir a lo que dijo Gandhi de la ley del talión: “ojo por ojo y el mundo acabará ciego”.

Gráfico LR

Es claro que con este paso que ha dado el presidente Trump, éste pateó el tablero y de contera está transgrediendo y violando los TLC suscritos, entre ellos el que firmó con Colombia, lo que le valdrá, muy seguramente denuncias ante una Organización Mundial de Libre Comercio, OMC, totalmente inoperante, por parte de los países afectados. Según Gabriel Ibarra, socio de la firma Ibarra Rimón, las demandas por violación a los tratados internacionales de comercio y la controversia que ello puede suscitar difícilmente prosperarán, dado que “el órgano de apelaciones (Ciadi) quedó bloqueado porque Estados Unidos ha impedido el nombramiento y reemplazo de los miembros del órgano en la medida en que se han ido venciendo los períodos”. De manera que esta vía está bloqueada.

A Colombia, no obstante que sólo la cobija la tarifa general de un arancel de 10%, según estudio de Corficolombiana sobre su impacto, en el Índice de Vulnerabilidad Comercial frente a EE.UU., se ubica en el segundo lugar (54,5) después de México (66,7). Y no es para menos, ya que 33,7% de sus exportaciones tiene a los EE.UU. como destino y 26,8% de las importaciones provienen de la potencia del Norte.

No se puede perder de vista tampoco que 27% de los insumos del aparato productivo de Colombia viene de los EE.UU. y ellos, muy seguramente se encarecerán tanto por cuenta de la devaluación del peso con respecto al dólar que se ve venir a consecuencias de la guerra arancelaria, sino porque los aranceles aplicados a las importaciones estadounidenses, además de desacelerar el crecimiento de su economía disparará de nuevo la inflación, con un alto riesgo que ello derive en una estanflación generalizada, afectando de paso la demanda por los productos exportados desde Colombia. De hecho, según el banco JP Morgan Chase, la posibilidad del advenimiento de una recesión global pasó de 40% a 60% a consecuencia de los desvaríos de la agresiva política comercial de la administración Trump ¡Este es un gran desafío para Colombia!

Por ello, preocupa sobremanera que en medio de semejante turbulencia por la que le toca atravesar la economía colombiana, la cuarta de Latinoamérica, después de las de Brasil, México y Argentina, como si fuera un corcho en remolino, con muy poco margen de maniobra, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo sigue acéfalo, sin titular, después del retiro de Luis Carlos Reyes. A raíz del rifirrafe entre el presidente Trump y el presidente Petro y el conato de enfrentamiento entre los dos, a raíz de su desencuentro por el trato dado a los colombianos deportados desde los EE.UU., en respuesta a la amenaza de imponerle un arancel del 25% a las importaciones desde Colombia el presidente Petro manifestó que él le respondería con la misma moneda y que su represalia no se haría esperar. Y fue más lejos al afirmar que “si a Trump se le ocurre acabar el TLC, yo lo aplaudo”.

Resta saber si, ante los hechos cumplidos, el presidente Petro estará pensando lo mismo. Por lo pronto, al reaccionar frente a la andanada de esta ofensiva arancelaria por parte del presidente Trump, sólo atinó a decir, en tono menor, que “Estados Unidos cree ahora que subiendo aranceles a sus importaciones en general, pueda aumentar su propia producción, riqueza y empleo, en mi opinión puede ser un gran error…entonces debería bajar drásticamente la tasa de interés en dólares”.

Advirtió, además, que “si la tasa de interés es alta, no habría inversión productiva en el mundo ni en Estados Unidos, y se abriría una ola recesiva. El socialismo a la China al parecer ganaba en la libre competencia y, por tanto, el capitalismo en Estados Unidos ahora busca es una especie de monopolización nacional del comercio”. Y remató diciendo que, en esta coyuntura en la que Estados Unidos toma distancia de sus socios y amigos, “América Latina ve nuevas oportunidades: integrarse entre sí y con México y de verdad, abrirse integrada al mundo, y ganar mercados norteamericanos de bajo valor agregado”.