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Analistas 13/04/2024

La amenaza de racionamiento de energía

Amylkar D. Acosta M.
Docente de la Universidad Externado de Colombia

A finales del año anterior, XM dio cuenta, a través de otro comunicado, que debido a la incapacidad de las líneas de interconexión de energía de transportar la cantidad suficiente para satisfacer la demanda de la región Caribe, se estaba registrando una “demanda no atendida”, que es como llama XM eufemísticamente el racionamiento en la prestación del servicio a la cual vienen siendo sometidos los 2,4 millones de usuarios en la región. Ello, debido “al agotamiento de la red de transmisión”. Advierte, además, que “la demanda no atendida que se viene programando en la región Caribe como consecuencia del agotamiento en la red de transmisión regional podrá incrementarse en la medida en que crezca la demanda de energía en dicha zona”. Y en efecto, la demanda ha venido creciendo a un ritmo inusitado que sobrepasa 11%.

Esta anómala situación está a punto de repetirse en el Centro del país, particularmente en la Sabana de Bogotá. Lo ha dicho claramente el presidente del Grupo Energía Bogotá (GEB), Juan Ricardo Ortega: vivimos “un momento de enorme vulnerabilidad. Si la demanda de energía sigue creciendo y no hay nuevas líneas de transmisión, hay que decidir qué parte de la demanda no va a ser abastecida…Estamos a la vuelta de la esquina de recortes de energía. La gente no va a poder tener la certidumbre de que su nevera va a tener electricidad 7 X 24”.

Y más recientemente el presidente del Centro Nacional de Operaciones (CON), que hace parte de XM, Alberto Olarte, le envió al viceministro de Minas y Energía, Javier Campillo, una carta abierta en la cual le pone de presente que “se ha venido informando y dando señales de riesgo sobre la operación actual para atender la demanda de la manera más confiable, segura y económica”. Las razones que llevaron al CNO a dar esta señal de alerta sobre la amenaza en ciernes de un eventual racionamiento en la prestación del servicio de energía en el resto del país son múltiples. En primera instancia, su preocupación por “la disminución en la disponibilidad de las plantas hidráulicas asociada a los niveles de sus embalses o por otras restricciones, lo cual puede llevar a situaciones de riesgo para la atención de la demanda en algunas horas del día por no contar con la potencia necesaria para mantener una operación confiable y segura del SIN, en especial en los períodos de máxima demanda”.

No obstante, el negacionismo del Ministro de Minas y Energía, que lo llevó a afirmar sin pestañear el 8 de febrero pasado que “estamos a punto de superar el fenómeno de El Niño” y a bajar la guardia frente a su amenaza, es el mismo que lo ha conducido a subestimar la alerta del Centro Nacional de Operaciones (CNO) al considerar que “la fase que estamos enfrentando es la finalización del fenómeno de El Niño, toda esta situación está simulada, calculada, no hemos llegado a los mínimos críticos, estamos aún por encima de lo que podríamos llamar una situación crítica”. ¡Como diría David Ospina, tú tranquilo!

Recientemente se frotaba las manos el Ministro de Minas y Energía con la llegada del mes de abril, por aquello que reza el dicho popular “en abril lluvias mil” y las primeras lluvias que se desgajaron parecían darle razón, tanto más en cuanto que las mismas incrementaron, aunque levemente, el aporte hídrico y detuvieron momentáneamente la caída del nivel de los embalses. Ello llevó al Ministro a manifestar que “ya estamos en la última fase, que implica cuidar mucho la recuperación de nuestros embalses”. Pero la dicha le duró muy poco. Después de bajar a un mínimo de 31,26% el 3 de abril, el nivel agregado de los embalses se mantuvo por un par de días en 31,7%, para volver a caer nuevamente y ya va en 31,26% (¡!).

La situación planteada por el CNO tiene como telón de fondo un SIN en un alto grado de stress debido a la insuficiencia de la oferta de energía, que ha venido creciendo a un ritmo de 2,5% mientras la demanda a nivel nacional crece a 8,3% y ello debido al atraso en la ejecución de varios proyectos de expansión de la capacidad de generación. A guisa de ejemplo, de los 6.608 MW que ha debido entrar a operar en 2023, sólo lo hicieron 1.141 MW, 17%, gracias a la incorporación de dos nuevas unidades de Hidroituango y a la repotenciación de dos unidades de Termocandelaria. Ello, además está repercutiendo en las alzas tarifas por la presión que ejercen sobre los precios de la energía en Bolsa.

Es de destacar que los proyectos asignados en las subastas de 2019 y 2021 para la instalación de los parques eólicos en La guajira, con una capacidad de 2.400 MW, de tal suerte que, debiendo haber entrado en operación los primeros en 2022, hasta la fecha no se cuenta con ninguno de ellos. Ello, además de afectar la capacidad instalada de generación, en tratándose de tecnologías que le imprimen al Sistema una mayor resiliencia frente a las condiciones adversas del cambio climático, su entrada en operación contribuiría a frenar la escalada alcista de los precios en Bolsa y las tarifas de energía dado sus menores costos de generación. Es fácil corregir que, si el SIN contara, en esta angustiante coyuntura, con los proyectos tanto de generación como de transmisión cuya ejecución está en pausa, hubieran entrado a tiempo, no estaríamos en estas afugias, dependiendo de la aleatoriedad de los caprichos de la naturaleza, ¡implorando para que llueva!

Y mientras tanto, el Gobierno sigue dando palos de ciego con la Creg, que se ha convertido en el nudo gordiano de la actual crisis, siendo él el único que puede desatarlo. Pero, una vez más, desoyendo a la Procuraduría, desacatando al Tribunal Contencioso de Cundinamarca y a la propia Corte Constitucional, sigue nombrando expertos comisionados en comisión, en calidad de encargados. Acaban de integrar un quorum precario, para que por lo menos se reúnan, pero pronto, cuando se les venza el encargo quedará la Creg nuevamente en interinidad. ¡No hay derecho!

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