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Nuestro país atraviesa una situación compleja, que invita a escucharnos como sociedad, a dar ejemplo desde nuestro comportamiento personal y a trazar líneas rojas sobre lo que no se debe permitir.
En días recientes, los colombianos hemos sido testigos de diversas manifestaciones legítimas para expresar descontento y deseo de cambio, pero también, y esto hay que decirlo con claridad, hemos presenciado actos vandálicos, acciones criminales y atentados contra la vida, la propiedad privada y los bienes públicos. Actuaciones, estas últimas, que necesitamos repudiar de manera unánime y no tolerar como nación.
En el mismo contexto, hemos observado bloqueos en algunas vías de nuestro territorio que han impedido el libre tránsito de vehículos y el transporte de los productos del campo, afectando así la economía rural y poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de millones de familias.
Debemos entender que es posible elevar una voz de protesta, sin afectar la vida de los demás y que los reclamos de derechos individuales, no pueden realizarse vulnerando el de los otros.
Las imágenes que se han transmitido de nuestros campesinos botando el fruto de su trabajo porque no tienen cómo sacarlo para su comercialización o liberando animales porque el alimento está estancado en las carreteras, son desgarradoras, mucho más, si se conoce el esfuerzo de meses que hay detrás de cualquier tipo de actividad agrícola.
En el Valle del Cauca, por ejemplo, 57 plantas responsables de los insumos y productos finales de abastecimiento de todo el país han tenido que detener su operación, y además hay 45 millones de huevos y 5.000 toneladas de pollo represadas, con el agravante de que de las 37 millones de aves que se crían en este departamento, 30 millones están en riesgo de morir por no tener acceso a los concentrados. También en Boyacá los ganaderos se vieron en la necesidad de botar la leche y muchos productores de tomate han debido desechar o regalar su producto. Estas escenas se repiten en varias regiones de Colombia y atentan contra la competitividad del campo, como afirmó Jorge Bedoya, presidente de la SAC, “cuando se corta la cadena, volver a ponerla funcionar, no se da de un día para otro”. Adicionalmente gremios como Fedegán, Fedearroz, Asohofrucol y el sector porcícola, también han expresado su preocupación sobre lo que está ocurriendo.
Recordemos que por efecto de la pandemia, 1,6 millones de familias colombianas dejaron de consumir tres comidas por día, y que 179.174 hogares se alimentan solo una vez; por lo cual, un muy posible incremento en los precios de los alimentos, producto de la escasez, recrudecería esta angustiante situación.
Es momento de formar conciencia nacional entre todos, dejemos atrás narrativas que no construyen país, hagamos uso de la protesta social en el marco de la legalidad y sumémonos al llamado de “Abastecimiento Seguro” que lidera el Ministerio de Agricultura, para que el campo colombiano, que tanto nos ha dado, especialmente en los meses anteriores, no salga damnificado.