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Probablemente usted no reconozca el mundo en el que habita y tiene razón. El ciclo de la pax americana, posterior a la victoria de las democracias liberales sobre el modelo soviético en la Guerra Fría está finalizando. Aquel mundo medianamente predecible, coordinado por organizaciones internacionales, guiado por el derecho internacional público y privado, propulsado por una creciente globalización y libre comercio y liderado por repúblicas democráticas ha dado paso a un escenario muy distinto con elementos conocidos del pasado.
Primero, el mundo se cierra nuevamente. El proteccionismo, el control de exportaciones y las restricciones a la inversión extranjera están nuevamente de moda. Las victorias de David Ricardo contra las “Leyes del Maíz” en 1815, que fundaron las bases para el libre comercio, han quedado nuevamente en el olvido. Con el sorpresivo liderazgo de Estados Unidos, ha iniciado una era oscura para las reglas del comercio internacional y una guerra de barreras al intercambio de bienes y servicios, evidenciada en una amplia gama de herramientas como controles de inversión extranjera, aranceles, requisitos de control de calidad y sanciones.
Retorna el pensamiento mercantilista del siglo XVI, de que el poder nacional es el fin de los esfuerzos económicos y donde prima la creencia de que “si el otro gana, yo pierdo”. Pese a que estas ideas fueron ampliamente desvirtuadas desde los primeros economistas, hoy se vuelve a creer en exportar más de lo que se importa, cerrar la entrada de productos extranjeros para mantener la gloria de los productores propios y en buscar complicarle la vida al vecino para mantener ventajas relativas. Los tiempos en que la eficiencia de las ventajas comparativas reinaba han dado paso a las duplicidades e ineficiencias en las cadenas de producción y suministro, que se traducirán en mayores precios para los consumidores en todo el planeta.
Segundo, el Estado director de la economía se intensifica a través de una política industrial intensiva. Vuelven los tiempos del dirigismo y abrigo estatal interviniendo sectores productivos específicos bajo el pretexto de la seguridad nacional y el mantenimiento de las ventajas tecnológicas. Estados Unidos y la Unión Europea lideran inversiones por más de un billón de dólares en microprocesadores, inteligencia artificial, biotecnología, baterías, computación quantum y energías alternativas. Los subsidios industriales han subido de un promedio de 0,6% del PIB de los países del G7 en 2016 al 2% en 2022. Inspirados por el ejemplo de Estados Unidos y China, más de 100 países han adoptado decisiones de política industrial.
Tercero, regresa el mundo multipolar. El claro liderazgo político y económico de Estados Unidos desde comienzos del siglo XX enfrenta actualmente el reto explícito de China, la “autonomía estratégica” de la Unión Europea y el desafío del autoritarismo bajo el cual vive más de la mitad de la población mundial. Con el ojo de las potencias occidentales en Ucrania, el resto del mundo está abandonado a su suerte, en medio de la tormenta sociopolítica que ha dejado la pandemia. El extremismo político ha encontrado su hora y con ello vendrán grandes transformaciones cuyas huellas serán de décadas.
En un mundo fracturado y lleno de malas ideas revividas, nos corresponde únicamente a los colombianos defendernos del extremismo político que amenaza al país.