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Analistas 28/06/2024

La revolución bolivariana en Colombia

Andrés Felipe Londoño
Asesor en transformación digital legal de servicios financieros

Al igual que ocurrió con Hugo Chávez en Venezuela, buena parte de la ciudadanía sigue subestimando la intención de Gustavo Petro de imponer una dictadura caudillista, como la que condujo a nuestro país vecino a la tragedia social más grande que ha vivido Latinoamérica. El talante dócil, desmemoriado y conveniente de nuestra cultura continuamente choca con los hechos. En este caso, ¿deberíamos estar alerta ante una realidad que comparte elementos con la revolución bolivariana de Venezuela?

Lo primero que hay que destacar es que hay diferencias relevantes con el caso venezolano: (i) la estructura económica de los países es totalmente distinta, dado que Colombia, al carecer de enormes reservas de petróleo, tiene menos recursos para el reparto masivo de rentas clientelistas y subvención de productos y servicios; (ii) la estructura del Estado colombiano separa con mayor eficacia el poder, dado que los elementos presidencialistas eran más prominentes en el sistema venezolano cuando llegó Chávez al poder; y (iii) la sociedad civil colombiana tiene una mayor tradición democrática, consolidada a través de diversos actores que ejercen un contrapeso al Estado.

Sin embargo, varias coincidencias deben mantenernos vigilantes: Primero, según Michael Reid, periodista experto en Latinoamérica, desde mediados de los setenta la economía venezolana no creaba suficiente empleo para una población creciente, lo cual acentuó la informalidad y el servicio civil corrupto y politizado. Colombia comparte este escenario con un alto desempleo (11%) e informalidad (55%), ahora agravado por políticas públicas anti-empresa, manteniendo un caldo de cultivo ideal para el populismo y el gasto social inmediatista.

Segundo, Chávez usó una estrategia de confrontación con distintos grupos de interés (medios de comunicación, iglesia, empresarios, etc.) para obtener poderes legislativos extraordinarios, a través de los cuales en 2001 emitió 49 decretos con fuerza de ley. El discurso sectario de Petro y sus reflexiones sobre el poder constituyente dejan entrever las mismas intenciones.

Tercero, en Venezuela las Fuerzas Armadas fueron compradas con adquisición de armas, beneficios, creación de nuevos altos mandos oficiales y el permiso de manejar sus propios asuntos sin supervisión civil. La purga del presidente Petro y las prestaciones creadas para beneficiar a militares son muestra de una pretensión similar de politizarlas.

Cuarto, en 2001 Chávez creó los Círculos Bolivarianos, una organización paramilitar financiada con recursos públicos dirigida a extender la influencia de su régimen y hostigar opositores. En Colombia, el programa de Jóvenes en Paz, el esquema de gestores de paz, la inclusión de juntas comunitarias y la agenda oculta de la Paz Total dan muestras de una estrategia paraestatal similar.

Quinto, Chávez utilizó el presupuesto nacional, deuda pública y los ingresos de la empresa petrolera Pdvsa para potenciar gasto social, el cual pasó de 20% del PIB a finales de los 90 a 38% en 2006 y el empleo público, que se incrementó más del doble entre 1999 y 2014. En Colombia, el desperdicio deliberado visto en Venezuela apenas comienza.

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