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PROGRAMA: COMMENT LR
ANALISTAS 21/05/2024

Los dueños de la bondad

Andrés Felipe Londoño
Asesor en transformación digital legal de servicios financieros

Sobra la evidencia que demuestra que Colombia va muy mal. Quince escándalos de corrupción destapados en veinte meses; el peor crecimiento económico trimestral del siglo (exceptuando el de la pandemia) (0,7%); inflación récord del siglo XXI (13,34% en 2023); la segunda peor tasa de desempleo de la Ocde y aumentando (11,2%); la menor tasa de inversión en al menos 18 años (10,5% del PIB vs. promedio de 21%); peor nivel de liquidez del Tesoro Nacional (0,5% del PIB v. promedio de 1,9%) pese a contar con el presupuesto más grande de la historia; aumento contundente del crimen (homicidios, secuestros y hurtos) y percepción de inseguridad, en donde 70% de los colombianos sienten que ha empeorado.

Aún así, las encuestas demuestran que una firme base de seguidores del presidente Petro sigue aprobando su gestión. ¿Cómo logra este Gobierno seguir cautivando a 34% de los ciudadanos pese a sus pésimos resultados? La explicación no está en el campo de la lógica.

Como destaca Morgan Housel en su libro ‘Lo que nunca cambia en un mundo cambiante’, “los relatos siempre son más potentes que las estadísticas. La mejor historia gana. Ni la mejor idea, ni la idea correcta ni la más racional. Sólo el que cuenta la historia que capta la atención de los demás y que hace que sacudan la cabeza en aprobación es la persona que suele llevarse la recompensa. En un mundo perfecto, la importancia de la información no dependería de la elocuencia de su autor. Pero vivimos en un mundo en el que las personas están aburridas, son impacientes, tienen emociones y necesitan que las cosas complicadas se les destilen en forma de escenas fáciles de comprender.” Por lo anterior, el populista suele ofrecer los relatos más persuasivos ya que toca fibras emocionales de lo que se quiere creer que sea cierto, sin apego a su factibilidad o viabilidad.

Petro ha logrado sembrar la creencia en una minoría de que los “progresistas” son los dueños de la bondad. Bajo el aura de una supuesta empatía, el Progresismo ofrece un alivio existencial para quienes se les presenta como alternativa válida explicar el fracaso propio a partir del éxito ilegítimo de otros y una vía rápida para sentirse compasivo. En este relato las intenciones lo valen todo y las consecuencias nada. Por ello, la ilusoria búsqueda de una igualdad material justifica todo atropello contra cualquier libertad o institución democrática. Cualquier evidencia de fracaso no es un hecho sino un montaje del “establecimiento” que se opone al “cambio”, nunca definido con precisión y siempre un arma para cancelar sin argumentar.

Si se quiere postular una alternativa seria al populismo progresista en las elecciones de 2026, los aspirantes deben reconocer el éxito de “los dueños de la bondad” y promover un relato lo suficientemente potente para contrarrestarlo. La potencia de los argumentos, la asistencia a sus exclusivos eventos, la solidez de la data, la robusta trayectoria, la cantidad de posgrados o el simplemente tener la razón, son poco relevantes en estos tiempos de irracionalidad exacerbada.

Colombia necesita líderes que interpreten la locura de la época, usual después de un gran shock como la pandemia, y logre comunicar un discurso sencillo pero contundente, que recuerde que la “bondad” está del lado de las ideas que producen libertad, orden y progreso económico.

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