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Analistas 10/12/2024

Mentiras cotidianas sobre la desigualdad

Andrés Felipe Londoño
Asesor en transformación digital legal de servicios financieros

La desigualdad en el ingreso es uno de los temas más explotados por los políticos para capitalizar las pasiones de la gente. Curiosamente, también es de los temas donde menos debate argumentativo existe, quizá por el miedo de que el opositor sea tildado como “poco empático” o “a favor de la desigualdad”. Es hora de desenmascarar las mentiras más frecuentes, repetidas una y otra vez, sobre la desigualdad en el ingreso:

1. La riqueza es finita y su distribución es un juego de suma cero. Es frecuente el uso de la falacia de la cantidad fija, según la cual la riqueza es un recurso finito, como el cadáver de un mamífero, que debe repartirse de tal forma que, si alguien acaba teniendo más, otros habrán de tener menos. Como se puede comprobar fácilmente al observar una gráfica de la evolución del producto bruto mundial, esto no es cierto. Desde la Revolución Industrial, la riqueza se ha expandido exponencialmente, en un proceso donde, si bien los ricos han sido claros beneficiarios, los pobres han mejorado sustancialmente su situación durante los últimos dos siglos.

Este hecho lo ignora el aclamado paladín de la desigualdad Thomas Piketty al afirmar que “la mitad más pobre de la población mundial es tan pobre en la actualidad como lo era en el pasado con apenas 5% de la riqueza total en 2010, al igual que en 1910”. Piketty parece pasar por alto que la riqueza de 2010 era muy superior a la de 1910, por lo cual, aún si los pobres recibieran la misma proporción del ingreso, tendrían mucho más en términos absolutos y no serían igual de pobres, como asevera.

2. La riqueza ha sido arrebatada a los que les corresponde. Es común encontrar en los discursos incendiarios del presidente actual que la explotación es causa de la desigualdad. Salvo evidentes casos de expropiación como la que hacen los grupos violentos que hoy prosperan en Colombia, esto no es cierto. El filósofo Robert Nozick probó cómo la generación de riqueza puede desencadenar mayor desigualdad, mejorando la vida de los individuos y desvirtuando su supuesta inmoralidad inherente, como lo explica este ejemplo: Artistas como Shakira, Karol G o Carlos Vives han producido riqueza a partir de la enorme demanda generada por sus canciones y sus conciertos, sin que sea posible tan solo insinuar que su riqueza fue generada “a costa de los demás”.

Lejos de esto, ellos, al igual que otros miles de colombianos, han creado riqueza a partir del valor que generan a consumidores de sus bienes y servicios, elevando la desigualdad de ingreso, pero logrando que la gente viva mejor, no peor. La moraleja es que es quizá preferible agregar más valor y no victimizarse por expoliaciones inexistentes.

3. La desigualdad económica causa otros males sociales. Según el libro ‘Desigualdad’ de Richard Wilkinson y Kate Pickett, los países con mayor desigualdad de ingresos poseen también los índices más altos de homicidios, encarcelamientos, obesidad y otros males sociales. Esta teoría, muy promocionada por la izquierda, tiene el problema de que cae en una explicación monocausal donde se incurre en la falacia non sequitur, donde la conclusión no se deriva de las premisas. Adicionalmente, la muestra de países utilizada omite casos relevantes como Singapur, Corea del Sur o Hong Kong, donde losindicadores utilizados por los autores para llegar a sus conclusiones son más sólidos que en países más pobres, pero más iguales, como los de Europa del Este, ex Cortina de Hierro.

Hábilmente, esta teoría ignora que los países más desiguales también suelen ser menos ricos, peor gobernados y menos homogéneos culturalmente, factores que tienen incidencia directa en sus resultados.
La desigualdad en el ingreso no es una prueba de la falla del progreso ya que poco tiene que ver con la prosperidad del individuo. Si bien no es deseable vivir en uno de los países más desiguales del mundo, el foco del Estado debe estar en resolver los problemas esenciales del bienestar humano como la pobreza, la inseguridad o la falta de educación de calidad.

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