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Analistas 09/05/2023

¿Qué es la justicia?

Andrés Felipe Londoño
Asesor en transformación digital legal de servicios financieros

Justicia, justicia y más justicia. Esta palabra es el fundamento cotidiano de muchas de las iniciativas de la turbulenta agenda política de este país (y del mundo), sin que exista claridad alguna sobre a qué se refiere. ¿Qué es la justicia?

Platón equiparaba la justicia a una virtud del equilibrio de espíritu, razón y apetito que conduce a la felicidad, exhibiendo su contradicción inherente: si la justicia es condición necesaria para la felicidad, es imposible que exista un orden social justo si se parte de la felicidad individual, ya que entre individuos habrá siempre tensión por objetivos y bienes escasos que pueden coincidir y que no son suficientes para satisfacer los deseos de todos.

Dicha contradicción acompaña a la justicia en su sentido utilitarista de Bentham, que aspira a lograr ya no la felicidad individual de todos sino del mayor número posible. Su dificultad radica en que, si se le atribuye un sentido subjetivo, es imposible tener una base suficiente para lograr dicha mayoría, dado el sinnúmero de significados posibles, incluso encontrados, de ‘felicidad’.

Por ello, Hans Kelsen, eminencia positivista del derecho, concluyó que la justicia es un concepto subjetivo que no puede ser definido objetivamente o de manera universal. La justicia no es una característica inherente a la naturaleza sino el producto de la interpretación y el juicio humanos. Esta será entonces siempre relativa a la normas y valores de una sociedad, expresadas a través de sus autoridades y formas aceptadas. Kelsen intentó alejar del derecho su relación con la ética y la moral, equiparando lo justo socialmente con lo válido jurídicamente.

Ronald Dworkin retó esta separación entre derecho, ética y moral. Partiendo de la estructura de Kelsen, defendió la importancia de tener en consideración la interpretación de valores y principios para la toma de decisiones en el ámbito legal. El juicio moral retomó su importancia para definir lo justo, a partir de una jerarquía axiomática que va construyendo criterios para su interpretación en un mundo lleno de matices y casos difíciles.

Posteriormente, sobre esta base John Rawls arguyó que hay justicia cuando bienes sociales básicos como la riqueza, las oportunidades o el poder político, están distribuidos de una manera equitativa en los distintos miembros de la sociedad. Incorporó el “principio de diferencia”, a partir del cual las desigualdades deberían tolerarse solo si mejoran la posición de los más desaventajados. Esta noción ha sido base teórica para el desarrollo de la socialdemocracia y el progresismo (y una que otra sentencia de la Corte Constitucional).

A pesar de su sofisticación y desarrollo durante siglos, el concepto de justicia continúa siendo un instrumento maleable, siempre al servicio de los intereses y objetivos de quien lo utiliza. Los gobernantes lo emplean como comodín para respaldar sus orientaciones ideológicas. Los jueces favorecen su acepción atada a la interpretación de principios y valores ya que les dota de más poder. Los ciudadanos la invocan como soporte de sus simples deseos y creencias.

Algo sí es evidente: entre más se aleja de un sentido formal y procedimental y más incursiona en contenidos específicos y jerarquías axiomáticas, la justicia es más un poderoso fundamento de lo arbitrario que un verdadero faro para sociedades libres.

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