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La sociedad va evolucionando y en esa misma medida también deben ir evolucionando las normas. El concepto tradicional de la estructura familiar no ha sido ajeno a estos cambios y es así como hace unas décadas nuestra legislación solamente reconocía la familia nacida de un matrimonio católico, luego se le reconoció plenos efectos al matrimonio civil, posteriormente a la unión marital de hecho y últimamente a los matrimonios o uniones maritales entre personas del mismo sexo.
Es de nuestra esencia el buscar relacionarnos, interactuar con otros y el resultado más importante de este actuar es el nacimiento del núcleo familiar en sus diferentes modos, pero todo en la vida termina, todo es finito, bien porque morimos o bien porque se dan las circunstancias para que esto suceda.
Las normas son estáticas, pero no la vida, esta es dinámica, es decir, va cambiando frecuentemente y a esta evolución no pueden ser ajenos el derecho y las normas. Si bien en la práctica el derecho se va actualizando a través de los fallos judiciales y de la interpretación que hacen nuestros jueces de las normas aplicadas a los casos concretos, se hace necesario que la norma se actualice, que de realidad y concreción a fenómenos sociales. En este sentido se ha venido estudiando la posibilidad de convertir en ley de la República, lo que yo llamaría divorcio unilateral, que consiste en la posibilidad que tiene cualquiera de los involucrados en la relación de pareja de solicitar y obtener la terminación de su vínculo sin tener que argumentar acusaciones en contra de su pareja que muchas veces ni tienen mayor trascendencia, por lo menos desde el punto de vista legal, ni se logran probar.
En la práctica quienes nos relacionamos profesionalmente con estas materias encontramos que, en la mayoría de los casos, lo que sucede es el desgaste de la relación y por qué no decirlo, el fin del amor como elemento esencial para que perdure una relación, pero, ¿qué sucede hoy en día con las normas vigentes?, que, si la contraparte en la pareja no quiere lo mismo, será imposible lograr un divorcio pronto, y será necesario esperar dos años de separación de hecho y/o acudir a procesos judiciales con resultados inciertos y con un desgaste emocional y económico inconmensurable para los miembros de la pareja y lo más grave, para los hijos si los hay.
Esperemos que esta ley se logre promulgar y entre en vigencia prontamente, hoy las causales de terminación de este tipo de relaciones son obsoletas y desconocen la realidad. No tiene sentido que la ley obligue a permanecer en una situación de derecho a una relación inexistente, muerta, esto genera más violencia, más desgaste del aparato judicial, más traumas para todos los involucrados
Con esta ley se garantiza, además de todo, la autonomía de la voluntad de las personas, la cual obviamente no puede ser absoluta y no puede ser en desmedro de derechos de los demás, bien sea de la pareja o de sus hijos o descendientes.